Las nieves y lluvias caídas en Almansa durante la última semana de marzo y la primera de abril trajeron numerosos inconvenientes a los habitantes de la zona, pero también una agradable sorpresa relacionada con el medio ambiente.
La Laguna del Saladar, un humedal situado al este del casco urbano, no muy lejos de la carretera nacional y de la autovía, presenta un estado esplendoroso, con una notable lámina de agua y lo que es más importante, llena de vida.
La estampa más notable es la presencia de una colonia de cerca de un centenar de flamencos, que han establecido su residencia provisional en la zona, lo que ha llamado la atención de los vecinos de Almansa.
La Laguna del Saladar es un humedal de tipo endorreico, que no desagua a un río principal que, a su vez, conduce al mar. Depende de la pluviometría y de las aportaciones de varias ramblas, por lo que el volumen de agua que almacena sufre grandes vaivenes y oscila entre secarse o tener su aspecto actual.
Durante las épocas que está llena, no solo hay flamencos, sino numerosas aves acuáticas, similares a otras lagunas endorreicas, como las del Complejo de Pétrola o de Corral Rubio, como fochas, ánades, cigüeñuelas o avocetas.
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