La herencia de Vandelvira

Ana Martínez
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Alcaraz tiene riqueza suficiente para explotar nuevos nichos de empleo relacionados con el turismo cultural, de peregrinación y de naturaleza

Virginia Sánchez, técnica de Turismo de Alcaraz, pasea por delante de la iglesia parroquial de la Trinidad, donde se ve también la torre del Tardón. - Foto: José Miguel Esparcia

Alcanzó renombre internacional en los siglos XV y XVI , porque fue tierra de reyes y de nobles y cuna de la elaboración de alfombras. Su situación estratégica entre Levante y Castilla la hizo convertirse en una golosina para los poderosos de la época musulmana y del medievo. Pero su origen se remonta al Primitivo, como lo demuestran sus pinturas rupestres, sus restos íberos y sus losas visigodas encontradas en la Casa de la Vicaría. Por Alcaraz pasaron los romanos, aunque el mayor legado lo dejaron los musulmanes, hasta el nombre, Alcaraz, que significa El Cerezo

Hoy, Alcaraz está inexorablemente unido a su historia, a su patrimonio y a sus ricas tradiciones y, además, presume de ello. Andrés de Vandelvira, Pedro Simón Abril, Bachiller Sabuco, su hija Oliva... han aportado historia, conocimiento y erudición, mientras que su Plaza Mayor, con las torres de la Trinidad y el Tardón al fondo, ofrece la estampa inconfundible de una cabecera de comarca que le da mucho valor a su comercio, a su hostelería y a sus recursos turísticos. Virginia Sánchez Sáez no es alcaraceña de nacimiento, pero como si lo fuera. Nació en Valencia y Alcaraz era el pueblo paterno que visitaba con frecuencia. Con más de 20 años, se casó y se trasladó a vivir a la localidad, un cambio que fue «todo un descubrimiento», pues pasó de la agitada vida de una gran capital a una vida «con un ritmo más lento», en la que sabes valorar el tiempo «que no tienes en la ciudad».

Si algo valora Virginia de las zonas rurales es la crianza, una infancia «en mayúsculas», donde los pequeños disfrutan de la calle, de la vecindad, de los amigos, en un entorno más saludable y menos contaminante y en un espacio rodeado por naturaleza. «Esto es maravilloso», asegura la técnica de la Oficina de Turismo de Alcaraz, cuya hija de 19 años se encuentra estudiando Enfermería en Albacete, después de pasar por el colegio Nuestra Señora de Cortes, que en la actualidad cuenta con un centenar de alumnos, y por el IES Pedro Simón Abril. «Es verdad que puede resultar perjudicial para los pueblos, pero es genial que estos colegios tengan la ratio tan baja, la enseñanza es distinta, aquí se crea un vínculo entre alumnos y maestros que no hay en la capital».

Relata sus vivencias en Alcaraz junto a la iglesia de la Santísima Trinidad, cuyo retablo se encuentra en plena restauración. Se trata del templo gótico más homogéneo de la provincia, en cuyo interior se encuentran tres capillas renacentistas de estilo vandelvirano. Hoy por hoy es la única iglesia abierta al culto de una población que llegó a tener hasta dos templos más: uno en la plaza medieval, conocida como la plaza de arriba, donde además se iniciaron los enterramientos, motivo por el cual el cementerio de Alcaraz se encuentra en lo alto; y otro en la plaza de San Miguel, edificado sobre una antigua sala mahometana de armas, que fue reconvertido en centro cultural y que cuenta con la torre más antigua de toda la provincia.

La Plaza Mayor está considerada una de las 10 más importantes de España de estilo renacentista. A pesar del paso del tiempo, este espacio mantiene el aura medieval que le estamparon en 1519, año en el que se iniciaron las obras de ampliación de la antigua plaza del mercado. Entre sus edificios se encuentran las primeras obras del arquitecto alcaraceño Andrés de Vandelvira, localizadas en un centro urbano en el que se puede disfrutar de la Lonja de la Regatería. 

«Alcaraz fue zona estratégica y  tanto los musulmanes como los grandes reyes querían su control», explica Virginia Sánchez, que destaca de su rico patrimonio el Arco de Zapatería, uno de los tres que comunicaban el convento de monjas de Santo Domingo y por los que se accedía al castillo: «Alcaraz llegó a tener ocho congregaciones religiosas, a excepción de las agustina, estaban todas, monjes y monjas que durante siglos convivieron con reyes y nobles». Un ambiente y una herencia que todavía se respira en sus rincones.

Con este excepcional patrimonio, no es de extrañar que el principal potencial económico de Alcaraz sea el turismo histórico y arquitectónico, un turismo eminentemente familiar que vuelve a aprovechar la situación estratégica del municipio, a medio camino entre el nacimiento del río Mundo, en Riópar, y las Lagunas de Ruidera, en Ossa de Montiel. «Es un turismo que también busca seguridad y tranquilidad y un entorno natural como el nuestro, que está protegido», presume Virginia Sánchez.

 

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