Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


Daniel el de los toros

21/03/2023

A su familia, a Albacete y a la propia tauromaquia, a todos, se nos ha muerto Daniel Ruiz, el de los toros. Un cornalón seco interno, de esos que los taurinos llaman de «tabaco», se lo llevó por delante en la madrugada del viernes cuando venía de lidiar sus toros en Castellón. Como un Paquirri en la enfermería de Pozoblanco, en su última madrugada Daniel Ruiz se agarró con bravura a la mano de su mujer Alicia y de su fiel Pepe Gómez, minutos antes que la sábana blanca lo cubriera para la Eternidad. Son muchos los familiares y amigos que ahora le lloran, pero también el toreo que ha perdido uno de los últimos ganaderos que sostienen esa vieja íbera tauromaquia que tambalea. A Daniel lo conocí a finales de los 80 en su cortijo ganadero de Vianos de la mano de Pepe Robles y Paco Paños. Esa mañana tentaba un chavalín llamado entonces Manolete, luego Manuel Caballero. En aquel tiempo, Daniel ya había eliminado lo que tenía de la Viuda de Garrido, encaste picante de Coquilla, comprándole a Fernando Domecq media camada de erales y añojos con su hierro de Jandilla. Daniel apostó siempre por el toro de las figuras y en su laboratorio de Vianos fue creando lo que demanda el toreo contemporáneo. En esa probeta del buen ganadero que es la tienta, Daniel diseñó el toro que enfila con fijeza la muleta y la suelta encajado. Ese concepto «de toro de clase» que él tuvo siempre en su cabeza, influido por largas conversaciones con Manuel Amador padre y aquel Juan Montero que murió a su lado en la fatídica «curva de la muerte» de El Jardín. Su esbelta figura apoyada en el burladero de la empresa, con su habano especial entre los dedos mientras seguía apasionadamente la lidia, será difícil borrarla de la memoria de los aficionados. Estoy seguro de que su hijo Daniel, quien ha mamado desde muy niño el oficio de ganadero, habrá aprendido de su padre la alquimia del criador de toros de lidia. Como también lo estoy que, a Daniel Ruiz, quien logró un récord de indultos con sus toros, Dios le habrá sacado el pañuelo naranja concediéndole el indulto para la Eternidad. 

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