Antonio García

Antonio García


Tres eran tres

25/10/2021

El premio Planeta se ha superado este año a sí mismo, en más de un aspecto. Ha incrementado, sí, el monto de la recompensa, pero también el número de premiados. No es que haya añadido uno más al ya tradicional ganador y finalista, ni que la calidad de los participantes haya obligado a un ex aqueo, sino que el ganador se ha multiplicado por tres, un misterio solo equiparable al de la santísima trinidad pero más sencillo de explicar. Tres autores y una sola identidad verdadera, la de Carmen Mola, seudónimo del hasta hoy oculto trío calavera. Tres gatos por liebre, que no hacen sino apuntalar la polifonía sexual del momento con un caso inédito que va más allá de la bisexualidad o de lo trans. Pero antes que la cuestión sociológica me interesa la cuestión creativa. Individualista que es uno, si ya me costaba entender cómo se puede escribir un libro a cuatro manos, más me perplejiza que intervengan seis, que al cambio son nada menos que 30 dedos, siempre que hayan sido solo manos y no también pies, pues ya se sabe que algunos libros están escritos con los apéndices inferiores. Algunas actividades colectivas las asociamos a la sexualidad, como el trío o ménage à trois, que en su forma más tradicional combina sexos. En la combinatoria actual son tres maromos los que se han liado para practicar literatura en una relación fecunda -ya llevan cuatro libros o coyundas-. Lo que nos interesa a los mirones es cómo se lo montan. ¿Uno se encarga de las escenas de sexo, otro de las gore y otro de las normales? ¿Mientras uno escribe los otros dos le abanican? ¿Uno inventa, otro escribe y otro corrige? ¿Hay un cuarto en discordia, que les hace de negro? Ante estas urgentes cuestiones, la calidad literaria pasa a un segundo plano.