Paco Mora

Paco Mora


El Sáhara, España y Marruecos

02/04/2022

Ahora que tanto se habla y escribe sobre la decisión de Pedro Sánchez sobre el Sáhara, recuerdo, sin apoyos documentales, un viaje a Marruecos con un grupo de periodistas españoles invitados por Hassan II, pasada la Marcha Verde y desalojada España del Aiún. Los nombres de las calles de aquel núcleo de viviendas -llamarle urbano seria una exageración- respondían todos a flores como acacias, rosas, claveles, geranios, etc. Almorzamos invitados por nuestros anfitriones marroquíes en el Parador de la localidad. Calificarlo como hotel sería una frivolidad cuasicómica. Algunos periodistas nos entrevistábamos con saharauis a escondidas por la esquinas de aquel erial y gracias a ellos nos enterábamos de que eran tratados por los militares marroquíes poco menos que como esclavos.
Lo único que le interesaba a Marruecos de aquel desértico país era las minas de fosfatos de Bukraa, adonde nos llevaron en un helicóptero que volaba a gran altura. Como yo notara que muy por debajo del aparato surgían con insistencia unas pequeñas nubecillas, le pregunté al coronel -un sobrino de Hassan II- al mando de las tropas marroquíes en aquel enclave, de qué extraño fenómeno meteorológico se trataba. Me aclaró que eran los disparos con que los «rebeldes» saharauis intentaban alcanzar al helicóptero. Enterados del origen de las «nubecillas», la verdad es que hasta aterrizar en el complejo de las minas la camisa no nos llegaba al cuerpo. Pues aquello que se nos presentó como un viaje informativo cuasiturístico encerraba su peligro. Al fin y al cabo nadie nos había avisado de que íbamos a la guerra…
La conclusión que sacamos los periodistas fue que los naturales del Sáhara se sentían invadidos por el Ejército marroquí y no parte de Marruecos.