Editorial

Feijóo asume un reto mayúsculo con el tiempo en su contra

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Lo que se inició ayer en Sevilla trasciende la suerte de una opción política

El Partido Popular inició ayer en Sevilla una carrera contrarreloj que tiene la meta situada en un reinicio con muchos tintes de refundación. La proclamación sin fisuras de Alberto Núñez Feijóo (hoy) como nuevo presidente del Partido constituye en sí misma una diferencia notable respecto a la de su predecesor, Pablo Casado, que fue fruto de una marcada división interna que nunca logró suturar. En el horizonte más inmediato se dibujan las elecciones andaluzas, si bien los populares cuentan con la ventaja de poder decidir cuándo se sitúa esa meta volante en el calendario. Poco después, las municipales de mayo de 2023, que son inamovibles y que bien podrían ser coincidentes con unas generales, dada la pertinaz disensión que se vive en el consejo de ministros del PSOE y Unidas Podemos.

El tiempo siempre es una variable crucial en política, pero ha adquirido velocidades de vértigo en los últimos años por la volatilidad de los electores y la atomización del voto. Que le pregunten a Ciudadanos. Feijóo asume de facto el mando popular con el primer obstáculo, el de la división interna, superado. El segundo será la reconstrucción de una estructura orgánica fiable, necesariamente vertical pero también capaz de no pisar los pagos de los barones territoriales, pues nadie como Feijóo ha representado esa figura en el Partido Popular en las últimas décadas. Alcanzado ese objetivo, será hora de bajar a los territorios y recomponer un Partido erosionado por la inercia y la comodidad que le ha costado perder plazas históricas y ha abonado el terreno para el crecimiento exponencial de Vox. Tiene el nuevo presidente mucho trabajo por hacer y poco tiempo para terminar la tarea. 

En paralelo, Alberto Núñez Feijóo deberá proyectarse en toda España como ha sido visto en Galicia por cuatro ciclos electorales, como un presidenciable. Tampoco eso será fácil, y menos desde una plaza secundaria como el Senado. El nombramiento de Cuca Gamarra como mano derecha es un movimiento que no solo deposita enorme confianza en la portavoz parlamentaria, también da salida a su discurso en el Congreso de los Diputados a través de una voz experimentada.

España necesita al Partido Popular como alternativa real de Gobierno o como frente de oposición con clara vocación constitucionalista y europeísta. Lo que se inició ayer en Sevilla trasciende la suerte de una opción política para afectar de manera directa al futuro más cercano de la política española, que se enfrentará a retos descomunales en los próximos años, la mayoría de ellos marcados por la variable económica. La pandemia, el 'rescate' europeo y crisis como la de Ucrania han reclamado y obtenido foco, pero las consecuencias más duras aún están por llegar.