Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


La cartilla

08/10/2022

Le dicen de muchos modos. Y a todo le encuentran como un sentido último o de redención. No sólo es imperioso ahorrar energía -también lo es bondadoso; a qué ducharse a diario; qué menos que recuperar el brasero y el faldón de la mesa camilla- por cuanto es moderno, se respeta más y mejor al medio ambiente, y seremos mejores ciudadanos -en los noticiarios preguntan a los viandantes y se quejan (sólo un poco) del racionamiento que nos ha tocado vivir- y que ya será de mayor cuantía. Por siempre y para siempre -la guerra irá a más-. Nuestros mayores a esto le llaman racionamiento. Antes del racionamiento de lo vital -los alimentos, la luz y el gas- nos iniciamos en el racionamiento de lo de ideal o de las categorías básicas de la democracia liberal. La pandemia procuró el cierre del parlamento, gobernar por omnipresente decreto, violentar derechos fundamentales y ser racionados con una sonrisa permanente y mayor gratitud al gobernante. Vivimos en un mundo ultraísta -siempre más allá-. Nadie se queja. El que pone reparo es egoísta -aunque sea un reparo doctrinal; una respetuosa opinión política- y viene señalado y llamado al orden. No es una cuestión propia de tal o cual partido -es, sencillamente, debilidad. Los niños ya no vienen con un pan debajo del brazo. Nacen uncidos a la cartilla de racionamiento. Los valores -los altos principios constitucionales- ya no pertenecen al mundo del deber ser, han restado como un ser a secas, como algo desnudo y dable, ayuno de ilusión, gastado, como esas pantallas de plasma donde ya ni siquiera se posa la mosca inoportuna de la televisión: plasma desde el que se repite el racionamiento de la libertad -por el bien de la causa. Por el bien de la causa tiritan los ancianos este invierno -pero el frío les hará más bravos- y volvemos a las economías de la higiene -agua caliente la justa y el lavado por partes; el sábado quizá el baño- y por ello me resultan tan simpáticas las luces de Vigo, pese a que las predique un bobo de un negro tan tintado. Las cartillas traerán, como un deber, el estraperlo, el chanchullo y la intriga -te darán gato por liebre y habrás de poner buena cara. El ultraísmo será imbatible. Y la resistencia será borrada con un papirotazo de nuestra cartilla de racionamiento.