Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


Profesores

28/10/2022

De vez en cuando les pregunto a mis alumnos del instituto si alguno de ellos quiere dedicarse a la enseñanza. Curiosamente, casi todos responden que no con cierto aire ofendido, como si acabara de preguntarles si piensan dedicarse al tráfico de drogas o a alguna otra actividad peligrosa o poco honorable. Subrayo lo de «curiosamente» porque el sentir general es que los profesores llevamos una vida regalada. Entonces ¿cómo se explica semejante escasez de vocaciones docentes? Creo que la respuesta está en la propia capacidad de observación de los alumnos, en su experiencia en las aulas. Ellos asisten al desempeño de sus profesores desde sus pupitres y no les gusta lo que ven. Son incapaces de reconocer nada envidiable en nuestro trabajo, nada que les inspire el menor sentimiento de emulación. En mis años mozos la docencia nos parecía una profesión de prestigio. Contemplábamos a nuestros profesores y maestros como si se alzaran sobre un pedestal. Ahora los chicos son muy conscientes de que la tarea del profesor está lastrada por el menosprecio y por la crítica más feroz. A sus ojos, el profesor se ha convertido en un personaje un tanto ridículo que día tras día se topa con la indiferencia de los adolescentes, incapaces de disimular su aburrimiento y su fastidio, y siempre dispuestos a encontrar solaz en la conversación del compañero de al lado. Y eso en el mejor de los casos, porque también abundan esos saboteadores profesionales cuya única misión en la vida es reventar las clases, sacar a sus profesores de quicio e impedir que pueda surgir algo valioso o útil de las muchas horas pasadas en el aula. Estos últimos se han convertido en los privilegiados por la nueva educación que predican esos alérgicos a la tiza denominados pedagogos. Consentidos por sus padres y protegidos por la administración, se les permite ejercer a diario esa violencia de baja intensidad que constituye el principal veneno de cualquier sistema educativo, independientemente de la ley que lo sustente.

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