Un futuro incierto

M.R.Y. (SPC)
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A pesar de superar la moción de confianza de su partido, Boris Johnson podría verse obligado a dimitir en los próximos meses

Un futuro incierto - Foto: TOM NICHOLSON

Después de la tormenta, llega la calma. Pero a veces esa calma lleva oculto un nuevo vendaval. Y eso es lo que parece que ocurre en el Reino Unido, donde, lejos de que las aguas vuelvan a su cauce tras la moción de confianza del Partido Conservador contra Boris Johnson -que superó, aunque de manera ajustada-, se teme que un gran tsunami pueda acabar más pronto que tarde arrasando Downing Street.

Están a punto de cumplirse tres años de su llegada al frente del bloque tory y del Ejecutivo británico tras arrasar en las primarias de su formación. Apenas han pasado dos años y medio desde que consiguió una histórica mayoría absoluta en las elecciones de diciembre de 2018. Y, desde entonces -y ya antes-, la polémica ha sido su inseparable compañera de aventuras. Pero nunca hasta ahora le había puesto tan contra las cuerdas. Y es que el escándalo desatado por el llamado Partygate -las fiestas celebradas de manera ilegal durante el confinamiento por la pandemia- parece haber sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de buena parte de sus compañeros y de gran parte de los británicos.

Desde hacía semanas, numerosos parlamentarios conservadores habían mostrado su malestar por la actitud demostrada por su jefe de filas, exigiendo su dimisión. Una salida que, en vistas que no llegaba, trataron de forzar. Sin éxito, pero dejando al premier tocado.

Porque lejos de ser una victoria «decisiva y convincente», como la calificó el propio Johnson, el resultado de la votación del pasado lunes fue un duro revés que deja su liderazgo más dañado de lo esperado: apenas un 59 por ciento de sus compañeros en el Parlamento le dieron su respaldo, un dato muy por debajo del 63 por ciento que consiguió Theresa May en 2018 cuando se puso en marcha una rebelión -que el ahora mandatario encabezó- para tumbar a la entonces dirigente -que dimitió cinco meses después de salir victoriosa-.  También ha salido peor parado que otros exlíderes conservadores, como Margaret Thatcher o John Major, que afrontaron votaciones similares. Todos ellos las superaron, pero aquellas mociones fueron el principio del fin de sus carreras.

Lejos de seguir los pasos de sus predecesores, Johnson sigue aferrándose a su cargo, con la premisa de «pasar página» y apostar por «unirnos, como Gobierno y como partido». Sin embargo, el daño parece estar ya hecho. Según la legislación tory, no es posible convocar otra moción de confianza al premier hasta dentro de 12 meses. Y en las filas conservadoras ya están analizando la posibilidad de cambiar esta medida y que el dirigente vuelva a ser cuestionado en un plazo de medio año. 

Pero, incluso, se podría producir un examen externo que acabe dando con el mandatario fuera de Downing Street: la investigación parlamentaria abierta para esclarecer si mintió en la Cámara durante el Partygate podría amenazar su cargo si se determina que así fue. 

Otra prueba serán las elecciones parciales del 23 de junio en dos circunscripciones claves para los conservadores que, en caso de perder, podrían abrir una nueva grieta.

El futuro es incierto: en otoño se celebrará el congreso anual del partido. Quién sabe si entonces seguirá Johnson siendo su líder o el premier se habrá visto abocado a irse.