Javier López-Galiacho

Javier López-Galiacho


El torero mejor 'plantao'

08/03/2022

Al toreo, a Albacete, a su familia, a sus amigos, a todos se nos ha muerto uno de los nuestros, Manuel Amador Correas. Cuando se marcha un torero como Amador, con él no solo se va la persona, también se apaga algo de ese tiempo que llenó su figura. Por diferencia de edad no pude verle en su etapa más triunfal. Esa de la que hablan y no paran. Recuerdo a mi profesor Pedro Galán, de Derecho Procesal en el CEU, al saber que yo era de Albacete, decirme: «Galiacho, es usted de la tierra de Amador, uno de los mejores capotes que uno ha visto». Sí que tuve la oportunidad de verle en su reaparición en aquella feria de Albacete, la más larga que se recuerda, la de 1979, lidiando con Ruiz Miguel y Galán. Luego, tras su retirada, conocí su implicación con su hijo Manolo para hacerlo torero dentro de su sello de torería, gallardía y arte, y bien que lo consiguió. Manolo Amador padre fue el decano de una dinastía de toreros, los Amador-Cortés, que ha dado una legión de buenos matadores y rejoneadores. Además de su hijo, ahí están sus sobrinos Sebastián Cortés, Manuel de Paz o Antonio Correas. Amador, tras su retirada, siguió siendo santo y seña del toreo de Albacete. Recuerdo asistir a alguna de sus tertulias con Pepe Hoyos, Sánchez Robles o el recordado Antonio Valero Valerito.  Amador encarnaba la torería andante. Cuando atravesaba un paso de cebra, lo pisaba como si hiciera el paseíllo. «Ahí va un torero», le gritaron un día desde una moto cuando cruzó frente a Correos. Cuando Amador te saludaba, parecía que pedía permiso al presidente de la corrida. Siempre tan formal, tan educado, tan bien plantao.  Hace unos años en feria, tuve la suerte de ocupar un burladero junto a Amador y el gran actor Manuel Galiana. Sus comentarios, ponderados y juiciosos, nos engrandeció a ambos la tarde.  Esta Feria me lo encontré en el apartado. Lo vi estupendo. Aquella mañana, como el Antoñito Camboiro del poeta García Lorca, este moreno de verde luna de Albacete, andaba despacio y garboso, como dando largas toreras sobre la llanura y los arroyos. El viernes, a las claras del día, se nos fue Manolo Amador, flor de la raza calé, el torero mejor plantao.