¡Vaya tropa! El podemita Pablo Iglesias y el televisivo Cristo Mejide están armando un cipostio de padre y muy señor mío. Se dicen el uno al otro «puta y con quien», a través de sus respectivos medios, dando la auténtica medida del nivel de ambos. Que Mejide aproveche el desencuentro y lo utilice para divertir a los seguidores de su ejemplar programa es hasta tolerable, dado el diseño del mismo, pero que el andoba que mantiene la mayoría que permite a Pedro Sánchez seguir siendo presidente del Gobierno se enfrasque en un duelo propio de mujeres de vida alegre y despendolada, que tienen por yunque de trabajo las calles más sórdidas del Barrio Chino barcelonés, no tiene un pase. 
¿Pero qué se puede esperar de un país en el que estamos hasta el gorro, un día sí y otro también, de esa película de espías paraguayos que han montado los servicios de inteligencia, es un decir, y el Gobierno, que parece interpretada por los hermanos Marx, disfrazados de lagarteranas, y un puñado de politicastros escapados del país de Liliput con la mente de un topo enrazado en rana? Se puede esperar muy poco, o casi nada. 
Y eso, mientras los gerifaltes rusos hablan ya a cara de perro de la Tercera Guerra Mundial, crecen las tumbas como setas en Ucrania y continúa la diáspora de ancianos, mujeres y niños ucranianos, en busca de un trozo de tierra en cualquier país de Europa en el que no se oiga el silbido de las balas y el zumbido de las bombas y los misiles cada día. Spain is different. Aquí somos como los caracoles, que mueren cantando mientras los asan. O como los avestruces, que esconden la cabeza debajo del ala para no ver el peligro.¡Qué país Miquelarena…!