Porcino, un alto en el camino

Vidal Maté
-

El sector registró una descenso -leve- en la producción por primera vez en décadas debido al ajuste tanto de la demanda interior como de las ventas al exterior

Porcino, un alto en el camino

En contra de lo sucedido en otros subsectores ganaderos, con una tendencia a la baja en las producciones o, en el mejor de los casos, con periodos de incrementos y ajustes periódicos en función de las condiciones de los mercados, el sector del porcino ha mantenido a lo largo de más de una década, contra viento y marea, una línea de crecimiento en su oferta. En este periodo ha duplicado sus producciones y, sobre todo, ha mantenido una cierta estabilidad y rentabilidad de las explotaciones, gracias fundamentalmente a la ventas en el exterior por su gran capacidad competitiva para operar en esos mercados. Esta trayectoria de crecimiento permanente se detuvo en el último año al pasar de una producción de 5,2 a 4,9 millones de toneladas como consecuencia de un incremento de los costes de producción, especialmente de los piensos, a pesar de haber registrado en paralelo una subida de los precios en origen; pero, sobre todo, se debió a un ajuste en las ventas en el exterior, especialmente en China, no compensada con el aumento de exportaciones que se registró especialmente en otros países asiáticos.

En el eje de la actividad del sector y la evolución del porcino en España se halla el desarrollo de un fuerte proceso de integración en grandes grupos ganaderos-industriales. Se trata de un modelo con críticos y defensores, en el que una gran parte de los ganaderos han pasado a convertirse en criadores profesionales de cerdos con la seguridad de unos ingresos mensuales sin asumir todos los riesgos y resultados, en positivo o negativo, que ha de afrontar un ganadero autónomo.

El sector del porcino es uno de los que han experimentado en las últimas décadas el mayor proceso de transformación. Frente a las más de 200.000 granjas históricas, con un claro dominio de pequeñas y medianas explotaciones, en la actualidad se ha pasado oficialmente a poco más de 80.000, aunque, en la práctica, el grueso de la producción se halla en menos de menos de 50.000 instalaciones.

En este nuevo escenario se ha consolidado el modelo de integración, que consiste en que un grupo industrial de la carne o un fabricante de piensos proporciona animales y otros medios de producción a un ganadero que pone a su disposición sus instalaciones y su trabajo para la cría de los animales a cambio de una remuneración. El sistema supone hoy el 80% de toda la producción y la realidad es que ha aportado estabilidad al sector, dejando atrás crisis frecuentes y peticiones de ayuda a las Administraciones.

El porcino supone unas ventas en origen de más de 9.000 millones de euros con una industria muy pegada al campo de más de 2.000 establecimientos entre mataderos e industrias transformadoras. Su facturación es superior a los 18.000 millones de euros y proporciona empleo en el medio rural, en conjunto, a más de 400.000 personas, desde las granjas al transporte, pasando por el consumo de cereales y las fábricas de piensos.

El sector se retrae.

El paso atrás experimentado por el sector en el último año frente a su permanente línea de incremento responde fundamentalmente a dos razones. Por un lado, se ha notado el fuerte incremento de los costes de producción, entre los que destaca la subida de los precios de los piensos (más del 40%) y su fuerte repercusión en los costes totales. Junto a este problema general, el sector detuvo su expansión ante las previsiones negativas de ventas en algunos mercados exteriores e igualmente ante las cada día mayores exigencias medioambientales para poner en marcha una explotación ganadera, con licencias que se retrasan durante varios años, al margen de coste elevado de las inversiones necesarias.

Esta dificultad para seguir creciendo, ante la existencia de una industria muy potente para operar en el exterior, hace que España, además de ser líder en la producción en la Unión Europea, ya por delante de Alemania, sea a la vez un país importador con compras anuales en el exterior de unos tres millones de cabezas: dos millones de lechones -especialmente desde Holanda- y casi un millón de animales para el sacrificio -sobre todo desde otros países de norte de Europa, así como desde Portugal-.

En este contexto, las producciones de porcino han pasado de 5,2 a 4,9 millones de toneladas. Se trata de un descenso no muy acusado, pero que pone en evidencia un cambio de tendencia que no se registraba en las últimas décadas y, a la vez, la gran capacidad del sector para su autocontrol.

Como consecuencia de la crisis, el porcino no ha sido ajeno a una reducción de la demanda interior ante la subida de los precios de la carne en origen, que pasaron de una media de 1,30 euros por kilo en vivo a 1,55 euros, con periodos en los que se llegó a alcanzar la cifra de 1,75 euros por kilo. Afortunadamente para los ganaderos, estas cotizaciones compensaron en parte los incrementos de los costes.

En el exterior, las ventas tuvieron un buen comportamiento en 2021 con un volumen de 3,09 millones de toneladas por valor de unos 7.700 millones de euros gracias a la fuerza de la industria española y a las posibilidades de entrada en todos los mercados, especialmente en China, con 1,2 millones de toneladas. Recuperada la cabaña del gigante asiático tras la peste porcina, el sector registró una reducción en las exportaciones a ese país de un 50%, caída que se trató de compensar con mayores ventas en otros territorios asiáticos como Corea, Hong Kong, Japón o Filipinas, pero sin llegar a cubrir ese hueco. En el caso de Europa, se mantuvieron las ventas a Francia y se incrementaron a otros como Italia o Portugal, aunque en el caso de este país casi se trata de un «mercado único». En 2022, hasta el mes de octubre, las exportaciones se habían reducido un 5,6% en volumen y un 3,9% en valor.

En este contexto, en porcino sólo cabe hablar de 2022 como un punto y seguido, no aparte, con un sector que funciona con un modelo de integración desde la perspectiva de la eficiencia y de la competitividad y que puede seguir creciendo una vez haya pasado la actual crisis.