«Artemio Precioso era un periodista de raza»

A.D.
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E salón de actos de la Diputación Provincial de Albacete acogió una nueva conferencia del ciclo de Aluex. Francisco Linares Valcárcel, doctor en Filología Española y escritor, tituló su charla Apuntes biográficos de Artemio Precioso

«Artemio Precioso era un periodista de raza» - Foto: Rubén Serrallé

El salón de actos de la Diputación Provincial de Albacete acogió una nueva conferencia del ciclo de Aluex. Francisco Linares Valcárcel, doctor en Filología Española y escritor, tituló su charla Apuntes biográficos de Artemio Precioso: Un editor y periodista hellinero en el Madrid de los años 20.

¿Por qué recuperar la figura de Artemio Precioso?

El departamento de Filología del Instituto de Estudios Albacetenses quiere recuperar algunos autores de la provincia que, en un momento determinado tuvieron bastante protagonismo y han sido olvidados por múltiples razones. También coincide con un libro que tengo en imprenta, una biografía de Artemio Precioso, y cuando me ofrecieron la conferencia, vino muy bien, porque estaba también en el apartado Lo cercano, lo nuestro. 

¿Por qué este olvido?

Aquí hay una mezcla de psicología literaria y de política también, porque Artemio Preciso vivió hasta los 30 años en Hellín, con un paréntesis como estudiante de Derecho en Madrid, pero tuvo que quedarse en su pueblo porque mientras estudiaba tuvo un altercado con un periodista de Albacete, Francisco Gálvez. Precioso se fue al Café del Progreso y le descerrajó un tiro, estuvo en la cárcel hasta que lo eximieron y decidió quedarse en Hellín donde se casó, enviudó y volvió a casarse, hasta que en un momento determinado decidió ir a Madrid a probar fortuna.

Él venía de una familia de dinero, porque su padre era un maderero que tenía tres fábricas y había heredado una cierta cantidad con la que montó todo un  trust de empresas alrededor de la literatura que se ha llamado de quiosco.

¿Un editor importante?

Sí, el empujo una serie de colecciones, como La novela de Hoy, que se vendía en los quioscos y pagaba a los autores 1.000 pesetas, cuando normalmente se pagaban 200 pesetas por ellas. Atrajo una gran cantidad de autores conocidos como Unamuno o Baroja y otros hoy olvidados. No solo montó La Novela de Hoy, también hizo una revista, La gran revista cultural hispanoamericana, después La vida o  Los hombres libres, cuando Primo de Rivera da al golpe de Estado y empieza la dictadura,  con persecución en su obra y sus empresas, porque era contrario, hasta que tuvo que exiliarse a Francia, donde permaneció prácticamente hasta después de la muerte de Primo de Rivera. En París venderá todas sus empresas, la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, y se aseguró unas rentas. Vivió de su trabajo de periodista y viajó.  

¿Lo rehabilitó la República?

Sí, Martínez Barrios, que era amigo suyo, lo reclamó, lo nombró gobernador civil de Toledo, después de Lugo y allí es donde dirigió las elecciones que dieron paso al Frente Popular. Con la guerra se refugió en Hellín, donde fue juez de primera instancia, luego de Casas Ibáñez y con el golpe de Estado fue detenido, procesado, incluso pidieron la  pena de muerte y fue acusado de masón, hasta que consiguió que le rebajasen la pena a siete años y salió de la cárcel en 1942. Murió en 1945, retirado en su casa de Isso.  

¿Un gran escritor?

Claro, escribió 50 novelas cortas y cientos de artículos y cuentos. Artemio Precioso era, sobre todo, un periodista de raza y escribió de todo como periodista, artículos de viajes, crónica política, parlamentaria, entrevistas a personajes, incluso fue condecorado con la Legión de Honor y con la Orden de la República Española. Era muy conocido  y famoso en la época, aunque todo el mundo lo abandonó cuando entró en la cárcel. 

 ¿Cuál es la virtud de este personaje histórico?

Él, sin duda, renovó las formas de editar en España, incentivando a los autores  para que publicaran en sus colecciones y, sobre todo, metió en el bolsillo de los ciudadanos, desde los quioscos, una gran cantidad de literatura, que hizo leer a miles de españoles, con novelas que llegaron a los 60.000 ejemplares.