La celebración de una larga vida

A.G.
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Hijos, nietos y bisnietos de Teófila García Ojeda se reúnen para festejar un centenario cumpleaños que la pandemia obligó a postergar

Teófila García, con familiares y una fotografía de sus hijos. - Foto: Rubén Serrallé

Fueron muchos los eventos, reuniones y celebraciones familiares que la pandemia del Covid-19 obligó a postergar. Entre ellos el centenario cumpleaños de Teófila García Ojeda, una ocasión que afortunadamente sus familiares han conseguido festejar, aunque fuese cerca de dos años más tarde.

Los confinamientos y las diferentes medidas de prevención sanitaria de 2020 y los primeros meses de 2021 hicieron imposible la ya de por sí difícil labor de reunir en Albacete a los miembros de una familia amplia y desperdigada por diferentes puntos de la geografía española, Andorra y Francia. Aunque no pudieron estar todos sus miembros, ayer finalmente pudo realizarse ese encuentro familiar en una vivienda de la calle Derecho, celebrado entre expresiones de alegría, junto a la de ilusión y sorpresa de la homenajeada.

Fue realmente el 28 de febrero de 1920 (el 29, dice a veces), cuando nació la abuela, como todos la llaman en la familia, pero finalmente se eligió la fecha de ayer para celebrar el encuentro por no postergarlo más y por la posibilidad de cuadrar las agendas. «Habíamos pensado hacerlo en Navidad, pero también iba a ser imposible que estuvieran todos», explica Esther, una de sus nietas, resaltando que «ha costado organizarlo, pero lo hacemos con mucha ilusión». 

Un ingreso hospitalario por causa leve hizo peligrar de nuevo la celebración, pero finalmente Teófila recibió el alta en la tarde del viernes y ayer se mostraba alegre y con fuerzas para el festejo, las mismas ganas que sus familiares aseguran que tiene para afrontar lo que le depara cada día de su larga vida. Natural de Plañel, pedanía de Yeste, ayer rememoraba (algo sorprendida por la visita de La Tribuna) las más de seis décadas que vivió en una aldea serrana que ahora, como otras muchas, está prácticamente abandonada. «Padeciendo mucho», resumía sobre aquellos años en que «mi marido siempre estaba por ahí trabajando, allá donde encontraba, y yo lo llevaba todo en casa». Entre sus labores, la crianza de nueve hijos, aún todos vivos, de los que proviene una descendencia que alcanzó los 21 nietos y cerca de 30 bisnietos.

 

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