Editorial

La seguridad es primordial en las actividades de ocio

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El Medusa Festival se suspendió ayer en Cullera (Valencia) después de que un joven de 22 años, natural de la localidad ciudadrealeña de Daimiel perdiera la vida. La estructura del escenario cedió por unos vientos huracanados y cayó sobre el público, lo que causó la muerte al joven y provocó heridas de diversa consideración a al menos 40 personas, entre ellos cuatro están hospitalizados en estado grave. 

El suceso se produjo en la madrugada del sábado, sobre las cuatro de la mañana, cuando un reventón térmico puso en peligro todo el montaje del Medusa Festival, sobre todo, el escenario principal y la zona de acceso, donde se había colocado una estructura de 100 metros de largo por 30 de ancho, con un contrapeso de seis toneladas, que fue insuficiente ante el fenómeno meteorológico extremo. Pero también afectó a la zona de camping, donde toldos y tiendas sufrieron los estragos del reventón térmico, que surge cuando una tormenta choca con una masa de aire a altas temperaturas, lo que genera vientos similares a los de un tornado.

El dispositivo de seguridad logró evacuar el recinto, en el que estaban unas 50.000 personas en algo más de 40 minutos, lo que evitó que se produjeran más víctimas.

La seguridad de las actividades de ocio debe ser una constante y más si cabe en lugares donde la asistencia de público es multitudinaria. Ya se abrió la investigación sobre el fatal suceso y habrá que esclarecer lo ocurrido, así como depurar responsabilidades, porque murió un joven que tenía toda una vida por delante.

Los organizadores de estos macrofestivales deben ser conscientes de durante horas o días las vidas de varios miles de personas están bajo su responsabilidad y, al menor atisbo de peligro, hay que actuar. Diversos testigos aseguran que mucho antes de que el escenario se derrumbara sobre el público, varias partes del montaje se habían desprendido sin que nadie tomara ninguna decisión al respecto. También los ayuntamientos, que es la administración pública que otorga los permisos, debe de ser lo más rigurosa posible con cualquier acontecimiento de estas características. Los técnicos municipales deben ser escrupulosos para que después no haya que lamentar ninguna desgracia como la de este joven de 22 años.

En pocos casos se dan fenómenos meteorológicos adversos, pero cuando ocurran, debe estar garantizado por la organización y por la administración pública competente que todo el montaje puede resistir y no causar heridos y/o fallecidos. Desgraciadamente, ha tenido que haber un muerto para que ahora las normas de seguridad de estos macrofestivales se revisen a fondo.