Los medios de comunicación y quienes trabajamos en ellos tenemos una importante labor social que intentamos llevar a cabo con la mayor profesionalidad posible, asumiendo en ocasiones que se nos trate de desalmados o culpables de muchas de las cosas que suceden, como si fuésemos el toro que mató a Manolete. Uno de los temas delicados que tratamos es el del suicidio, un motivo de muerte que va en aumento en los últimos años y para el que los medios de comunicación y, por tanto, sus profesionales recibimos nuevas consignas para su tratamiento.
Aquí entra en juego el llamado efecto Papageno que significa informar de manera responsable sobre esta realidad, porque tiene un efecto preventivo sobre la conducta suicida y está asociado a un descenso en las tasas de suicidio. Lo contrario se llama efecto Werther, que es informar de manera irresponsable, lo que puede favorecer el aumento de conductas suicidas.
La cruda realidad es que en el año 2020, el primero de la pandemia del coronavirus, perdieron la vida por suicidio más personas menores de 50 años que por Covid. La información es un eslabón de la cadena, que reclamaba medidas institucionales, como la puesta en marcha de la línea telefónica 024, gratuita y disponible las 24 horas del día, para la atención de conductas suicidas. Bienvenida sea la medida, pero faltan más eslabones, como una mayor inversión económica, material y de profesionales en el campo de la salud mental, la gran olvidada de nuestro sistema sanitario. Y, sobre todo, Papageno o Werther al margen, ir siempre con la verdad por delante, que es el mejor camino.