Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Periodistas muertos, pero lejos

08/02/2022

Esta última semana ha caído un nuevo periodista en México. Pocos 'je suis' o 'todos somos', lazos y banderas se ven por las redes cuando la cosa no va con la vieja Europa occidental, Estados Unidos, Australia y poco más. Me parece de lo más humano, lógico y natural, que cuando llega una muerte o cualquier tragedia a nuestro entorno, lo sintamos más que si ocurre a miles de kilómetros o en sociedades y culturas distintas. Será egoísta, pero está en la naturaleza de las personas sensibilizarse más cuando el peligro está en su zona vital. Pero por otra parte me produce cierto asombro, preocupación y también vergüenza, que las redes sociales y medios de comunicación discriminen tanto a los muertos que, por las mismas causas, se producen en Latinoamérica, África u Oriente Medio.
Es un hecho que en los países de nuestro ámbito se destaca más el óbito de los que por aquí circulan, dando por sentado que fuera de nuestra zona de confort nada se puede remediar al respecto. El mensaje que mandamos con la exteriorización de nuestros sentimientos y penas a los cientos de millones de personas que viven la tragedia del terrorismo, el narco o la violencia en Centroamérica, en Pakistán, India, Oriente Medio, el Magreb, Somalia o el Sahara, es sencillo y evidente: apenas nos importáis. Vuestra vida no vale allí. Las florecillas, lágrimas y maratones televisivos los dedicamos a los que mueren a la puerta de casa y tienen nacionalidad propia. A los pueblos que malviven y conviven con yihadistas, les reservamos los últimos espacios de los noticieros, el teletexto y, como mucho, algún recuerdo en misa.
Y ya si nos referimos al mensaje que se transmite a los terroristas, mejor no hablar: seguid matando en Europa que tenéis asegurado un enorme eco, que además os sirve para ganar adeptos entre aquellos de vuestra tierra que no sean vuestras víctimas, ya que en occidente sus muertes no importan. Las convocatorias de protesta, duelos y vigilias pueden ser comprensibles, pero requieren un esfuerzo ciudadano de sostén ético, que las repita cuando lo mismo ocurre en Morelia, Lahore o Mogadiscio.