El pueblo de las cuatro verdades

Ana Martínez
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La agricultura y el sector de la tapicería contienen la despoblación en Montealegre, localidad que goza de un numeroso patrimonio arqueológico e histórico

De izda. a dcha., José Luis Rodenas, Carmen Notilda Villaplana, Pedro Ibáñez Jara y Pedro Ibáñez Calero, junto a la iglesia parroquial de Santiago Apóstol. - Foto: Arturo Pérez

La historia de Montealegre del Castillo marca su estilo y variedad en el patrimonio cultural, con ejemplos como el yacimiento íbero del Cerro de los Santos, el Llano de la Consolación, los restos del Castillo y la iglesia de Santiago Apóstol, entre otros.

Cierto es que Montealegre es rica en patrimonio, aunque su principal valor sea su gente. Los jueves es día de mercadillo y la vía principal, la avenida dedicada al alcalde Sinforiano Montes, se llena de vida, de carros de la compra, de puestos de venta ambulante y terrazas sin una mesa libre. Porque gracias a su agricultura y, sobre todo, al impulso que ha adquirido su sector del mueble y tapizado, Montealegre es uno de los pocos municipios de la provincia que mantiene fija su población y que recibe cada día cientos de trabajadores de localidades vecinas.

La plaza del pueblo, dedicada al Cerro de los Santos, es el punto de encuentro vecinal, donde se celebran los principales acontecimientos lúdicos y festivos de los montealegrinos, un pueblo en el que nació Pedro Ibáñez Jara, un joven apasionado de la gastronomía que se tuvo que trasladar a San Sebastián para estudiar cocina y que ahora trabaja como chef en un restaurante de Valencia:«No descarto instalarme en un futuro en Montealegre, pero primero quiero adquirir más experiencia», afirma.

Los vecinos de Montealegre no tienen excusa para viajar a otras localidades que no sea Bonete, donde se encuentran las urgencias sanitarias. Y no la tienen porque la localidad cuenta con centro de salud, pediatra dos días a la semana, farmacia, colegio de Infantil y Primaria que cuenta con sello de calidad y es muy activo en los programas Eramus plus, pabellón polideportivo cubierto -dedicado al entrenador de fútbol, Julián Rubio, montealegrino de nacimiento-, piscina de verano, supermercados, tiendas de alimentación... Eso sí, con 12 años ya tienen que coger el transporte escolar si quieren estudiar Educación Secundaria y Bachillerato en algún instituto de Almansa. De forma histórica, la fuente de riqueza de Montealegre del Castillo ha sido la agricultura y, desde hace unos 35 años, gracias al auge de su polígono industrial, la industria del tapizado. En materia agrícola, según explica Pedro Ibáñez Calero, agricultor montealegrino, el término municipal cuenta con 7.200 hectáreas de viña, en la que destaca la monastrel y la garnacha tintorera, esta última en progresión al resultar más rentable. «Ahora estamos desarrollando una agricultura más sostenible, con medios tecnológicos de los más avanzados que hay», presume Pedro Ibáñez, que cifra en 50 los millones de kilos de producción vitivinícola, que se producen entre la cooperativa Santiago Apóstol y la SAT Venta Las Cuevas, que en 2021 comercializaron 21 millones de kilos, mientras el resto se vende a otras localidades.

 

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