Una vuelta a los orígenes

Pablo de Carlos
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La quinta entrega de la saga 'Depredador' ofrece con 'La presa' un filme fresco con una sorprendente pátina feminista y etnográfica

Una vuelta a los orígenes - Foto: Disney + / 20th Century Studios

Ya está en Disney+ Predator: la presa. Quinta entrega de la franquicia (séptima si contáramos los dos fallidos crossover entre aliens y predators) a la que la compañía del ratón le ha dado una pátina feminista y etnográfica que retrasa casi a la mitad del filme la poderosa presencia del emblemático cazador alienígena.

La trama nos lleva a 1719, a las praderas americanas de la Nación Comanche. Allí conocemos a Naru, una joven díscola que, lejos de querer continuar su legado familiar como curandera local, desea convertirse en cazadora como su hermano Taabe. Cuando ve en el cielo el vuelo de un pájaro de fuego lo toma como una señal. Y esta oportunidad se le presentará cuando, ante el aparente ataque de un puma a un miembro de la comunidad, se percata de que hay algo más detrás. 

La cinta tiene un primer acto de presentación del contexto histórico, las tradiciones y costumbres comanches y de los personajes demasiado dilatada. Además de lo etnográfico, son constantes las alusiones al concepto de naturaleza salvaje, con lo que el apartado de fotografía por parte de Jeff Cutter y escenarios naturales es espectacular. En especial, casi como de un documental se tratase, vemos ese orden jerárquico natural de presas y depredadores. En él, el hombre debería estar en lo más alto...

Seguidamente, conocemos la historia de la joven empoderada que va evolucionando. Pasamos de ver a una Naru inicial todavía inexperta que es incapaz de cazar un puma y casi es derribada por un oso (en una escena muy al estilo de El oso o El renacido) a ver una Naru experta cazadora capaz de plantar cara al predator donde tanto sus hermanos como los tramperos franceses con los que se encuentran fracasaron de la forma más salvaje y violenta posible. En eso la verosimilitud falla, aunque no es algo que tumbe la película.

Y es que en su conjunto la propuesta cumple con esa premisa de volver a los orígenes de la saga. Por ello deja atrás las dos cintas de 2010 y 2018 (y mucho más atrás las de Alien vs predator), aunque ni de lejos llega a las cotas de las dos primeras entregas. Por mucho que nos lo quieran vender, Amber Midthunder no es ni Arnold Schwarzenegger. Ni siquiera Danny Glover. 

Menos corpulento

El predator tampoco es el mismo. Cuando el de aquellas películas era mucho más letal, el que aquí se nos presenta es un alien con menos recursos. Eso sí, no puede faltar el emblemático camuflaje de invisibilidad, la garra del antebrazo, el escudo o la visión térmica, así como los tres punteros láser. También se le ve menos corpulento.

En definitiva, estamos ante una película que sabe reivindicar la buena hechura de las versiones del siglo pasado y hace olvidar las posteriores de menor calidad de la que nos ocupa. No obstante, lo que venía siendo ese chute de testosterona que era, en parte, la esencia de la franquicia, se pierde en pos del empoderamiento femenino. Los tiempos cambian.

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