«Los dioses, en nuestra época, han huido»

A.D.
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«Algunas obras de arte tienen la fuerza de producir el mismo efecto que la contemplación de lo divino»

Rafael García Sánchez. - Foto: Rubén Serrallé

Rafael García Sánchez, arquitecto, profesor de Estética UPTC, visitó Albacete, invitado por la Asociación Cultural y Social Alborea para impartir una conferencia en el Casino Primitivo sobre El espacio sagrado. Es autor, entre otros, de Una fenomenología del espacio sagrado.

¿Cómo son estos espacios?

En realidad, los espacios sagrados no se distinguen formalmente, a priori, de los espacios corrientes. Sagrado no guarda relación tanto con Dios como con lo distinto, por tanto, el espacio nos inunda, pero hay maneras de enfrentarse a él que lo hacen distinto, extraordinario. Un ejemplo, el banco en el que unos novios se besaron por primera vez, un banco corriente, se convierte en espacio sagrado, es decir distinto, porque sucedió algo extraordinario.

¿Qué tendría un templo de extraordinario?

La historia de la cultura, desde los tiempos más remotos a la actualidad, pero sobre todo en los tiempos remotos que son los que más analizo en el libro. Cuando el hombre se enfrenta a un espacio continuo y homogéneo, donde no pasa nada, desierto, bosque, selva o mar, y tiene el hombre que ubicar la sede de la aldea, del palacio o una tumba, no tiene referencias, es entonces cuando se lleva a cabo el rito, una actuación rememorativa, que conmemora el hecho extraordinario. Por ejemplo donde cayó un rayo, se produce una sacralización, si cae un meteorito, también sacraliza un espacio. Donde se ha producido algo bueno para los hombres son lugares donde la cultura, la sociedad, delimita el espacio y de esa palabra delimitación, contiene la palabra templo.

Un templo es un espacio delimitado en medio del homogéneo, de suerte que fuera del límite hay caos y dentro hay bonanza, paz, alegría. Por eso las relaciones son distintas, lo que la cultura ha definido como profana o sagrada.

¿Lo encontraríamos más próximo en los sitios donde se produjo una aparición?

Sin duda. Hago la distinción entre santuario y templo; el primero es el lugar santo, donde se produjo el hecho extraordinario; el segundo, no necesariamente debe coincidir con el lugar extraordinario, puede ser sencillamente un espacio que habilitamos en nuestras ciudades para rememorar el hecho extraordinario. El santuario tiene la potencia de que el edificio coincide con el lugar concreto donde sucedió lo fascinante.

¿En estos espacios extraordinarios entrarían los museos?

Sin duda, porque resulta que el mundo en el que vivimos, la creencia en los fenómenos religiosos de índole extraordinario, se han secularizado, se han perdido. Dice Holderlin que los dioses, en nuestra época, han huido y con ellos se han llevado todos sus símbolos y manifestaciones. Para poder comprender cómo se produce la equivalencia de un templo a un museo hay que comprender qué es lo que le produce al hombre estar dentro de uno de estos espacios. Estar dentro de un templo hace del hombre criatura, un ser dependiente, pero eso no guarda relación todavía con un museo. Entonces, que relación guardan templo y museo, que en el primero, cuando uno contempla, se da cuenta de que el que contempla pasa a ser el contemplado, ese efecto conmovedor y fascinante, de alguna manera también se produce en el museo, porque algunas obras de arte tienen la potencia, la fuerza, a su escala, de producir el mismo efecto que produce la contemplación de lo divino en los templos, de manera que cuando uno está contemplando una obra de arte se siente fascinado y removido, como uno puede sentirse ante un crucifijo.

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