Sobrevivir al coma

T.R
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Alrededor de un 20% del total de pacientes que ingresan al año en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete lo hace en situación de profunda inconsciencia como estado secundario de otra patología

La doctora Elena Ruiz-Taravilla supervisa el estado de salud de un paciente en coma. - Foto: Rubén Serrallé

El coma es un estado profundo de inconsciencia. Una persona en coma está viva pero es incapaz de moverse o responder a su entorno. El estado de coma de un paciente se puede presentar como una complicación de una enfermedad subyacente o como resultado de lesiones, tales como un traumatismo del cráneo.  En torno al 20% de los pacientes que ingresan anualmente en la Unidad de Cuidados Intensivos del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete (CHUA) al año (más de 700 ingresos) lo hacen en situación de coma, es decir, con alteración de la conciencia, en diferentes grados de severidad.

Con el fin de ahondar sobre el paciente en coma, la actuación inicial y el diagnóstico diferencial, los próximos días 9 y 10 de abril, la Facultad de Medicina de Albacete acogerá un seminario sobre esta temática, que pretende ser la primera edición de un actividad formativa organizada por la Unidad de Medicina Intensiva del CHUA.

La doctora Elena Ruiz-Escribano Tarabilla, especialista en Medicina Intensiva, indicó que la mayoría de pacientes en coma que ingresan en la UCI proceden del Servicio de Urgencias, aunque también desde planta hospitalaria, tras una complicación de su estado de salud. La atención a estos enfermos precisa de la intervención rápida de profesionales de diferentes servicios, al tratarse de una patología aguda, de instauración rápida en la mayoría de los casos y cuyo tratamiento constituye una emergencia médica, que requiere de una inmediata intervención para salvar la vida y preservar la función cerebral.

La principal patología que puede llevar a un paciente a una situación de coma es la neurocrítica, en la que se engloban los ictus hemorrágicos, isquémicos, hemorragia subaracnoidea, paradas cardiorespiratorias, epilepsia, alteraciones endocrinas como hipoglucemia, alteraciones tiroideas, encefalopatías orgánicas (hepática, pancreática, urémica, hipercápnica…), de causa infecciosa, como la sepsis, así como comas secundarios a causas exógenas, tales como fármacos, tóxicos o un golpe de calor, por ejemplo.

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