La encrucijada nuclear

Agencias
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Conseguir un mundo totalmente libre de armas atómicas se ha convertido en un auténtico reto en plena ofensiva rusa y cuando aún existen nueve países con este tipo de arsenal

La encrucijada nuclear

La amenaza de Rusia de usar la bomba atómica en su agresión contra Ucrania, un escenario que no ha parado de sonar desde el inicio de la invasión, deja a la humanidad ante una disyuntiva: o vive con un creciente riesgo de catástrofe nuclear o avanza hacia un mundo libre de armas de destrucción masiva.

Es la visión del diplomático austríaco Alexander Kmentt, presidente de la primera conferencia del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPNW), que se celebró a finales de junio en Viena. «Vemos ante nuestros ojos lo frágil y lo precario que es un sistema de seguridad construido sobre la disuasión nuclear. Es una amenaza permanente», destaca. «El TPNW es la primera prohibición completa de las armas nucleares en el derecho internacional y se basa en la lógica de que no hay manos adecuadas para las armas equivocadas, como ya lo dijo el exsecretario general de la ONU Kofi Annan en 2012», agrega.

Los cerca de 150 países que no cuentan con armas de este tipo se sienten amenazados por la existencia de éstas en manos de tan solo nueve Estados. Según la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte almacenan un total de 13.080 ojivas. Ninguno de esos territorios se ha adherido al acuerdo, entrado en vigor el año pasado y ratificado hasta ahora por 61 naciones, aunque Kmentt espera que se sumen muchos más.

Para la secretaria ejecutiva de ICAN, Beatrice Fihn, confiar en que regímenes como Moscú, Pyongyang o Pekín no usarán este tipo de arsenal en un futuro es un riesgo que Occidente debe enfrentar apostando por su prohibición, por lo que reclama aumentar la presión sobre ellos. «Tenemos que preguntarnos si realmente nos sentimos cómodos poniendo nuestra seguridad en manos de personas como Vladimir Putin, Kim Jong-un o Xi Jinping», remarca.

En opinión de Kmentt, el mundo se encuentra ahora ante «una bifurcación en el camino», analiza el diplomático austríaco ante las renovadas políticas de defensa favorables a fabricar más y nuevos tipos de armas atómicas. Una nueva carrera armamentista nuclear sería ir «en la dirección equivocada», advierte. «Estos problemas los estamos viendo de forma especialmente flagrante en estos momentos», cuando afrontamos «los mayores riesgos atómicos desde el apogeo de la Guerra Fría», subraya.

Al mismo tiempo, el experto se muestra esperanzado de que los temores que despierta precisamente «ese discurso más fuerte» a favor de estas opciones refuercen los argumentos en pro del desarme: «Tenemos que ser muy responsables y no perder de vista el objetivo de un mundo sin armas nucleares».

Boicot de las potencias

La OTAN y todas las potencias nucleares rechazan el TPNW. «El hecho de que los Estados con armas nucleares se opongan con mucha fuerza al tratado, me demuestra el potencial transformador de la argumentación en la que éste se basa», comenta el experto. En definitiva, se trata de reconocer que «existir permanentemente, día tras día, con la amenaza del armamento de destrucción masivo no puede ser una base responsable y sostenible de la seguridad».

Alerta particularmente del gran riesgo de escalada que desencadenaría el uso de las armas «tácticas», de menor potencia que las estratégicas y desarrolladas precisamente para aplicarlas a pesar de su impacto igualmente devastador. «Ese discurso despreocupado desde algunos rincones sobre su posible utilización, es altamente irresponsable», denuncia. La perspectiva del eventual uso de tal arsenal revela que «todo el cálculo de la disuasión nuclear (es decir, que no es necesario llegar a usar estas bombas) ya no funciona», sentencia.

Además, son muchos los riesgos de una catástrofe desencadenada por errores humanos, malentendidos, averías técnicas o accidentes.

Largo camino

«Desde nuestro punto de vista, no hay más alternativa que tratar de señalar con urgencia otro camino. Es posible. Al fin y al cabo, es una construcción puramente humana».

«A diferencia del cambio climático, podemos resolver la cuestión de las armas nucleares con relativa facilidad. Es solo una cuestión de voluntad política», confía. Eso sí, lograrlo es «muy difícil», como lo demuestra el fracaso de los intentos habidos en los últimos 80 años.

«Pero al final, no hay alternativa. Confiar en que no ocurrirá nada en los próximos 80 años es simplemente ingenuo. Ya sabemos demasiado sobre las veces que la humanidad ha evitado por poco, y por suerte, una catástrofe nuclear. Y estos son solo los casos que conocemos», destaca. «Es un largo proceso, también lo sabemos», reconoce.