El Albacete Balompié cedió dos nuevos puntos en el Carlos Belmonte tras un encuentro espeso de los blancos que confirmó su mal momento de forma. 

En los primeros compases, el Zaragoza salió con la intención de dormir el juego, manejando la pelota en propio campo, sin excesiva profundizar pero neutralizando el ímpetu que presmía de un Albacete con ganas de reconciliarse con su hinchada. Los de Rubén Albés recurrían al balón largo, sin ejercer una presión efectiva, desconectados Dubasin e Higinio de los mediocampistas.

Fue a los 13 minutos cuando los blancos llegaron por vez primera en un lanzamiento de Fran Álvarez (titular ayer) con destino a la escuadra derecha que Álvaro Ratón abortó con una lucida intervención.

El sobresalto aragonés activó al Albacete. Manu Molina evitó en el último momento un remate de cabeza de Manu Fuster en el segundo palo, y el guardameta, a renglón seguido, volvió a interponerse entre Manu Fuster y el gol.

Fue solo una impresión efímera porque el Zaragoza reanudó la tarea de narcotizar e los blancos con un fútbol de control cuando disponía del balón y bien replegado en función defensiva.

Los maños solo llegaban an alguna acción a balón parado, en una de las cuales Jair llegó a rematar defectuosamente en una buena posición, y acaso en disparos de larga distancia de Eugeni Valderrama, cuya calidad hizo rememorar grandes momentos a su paso por el Albacete.

El Albacete lo intentó esporádicamente, a base de arreones a los que ni siquiera el empuje del público dotaron de continuidad. Aun así, una buena combinación con servicio de Álvaro pudo acabar de manera feliz, pero Higinio no acertó a anticiparse al zaguero en el primer palo.

mismo escenario. El arranque de la segunda mitad replicó lo ofrecido por la primera. 

El orden del Zaragoza no permitía a los blancos encontrar espacios más que de forma eventual, como un error en la entrega que acabó con un disparo duro de Mesa que salió rozando el travesaño.

Pese a ello, el equipo de Fran Escribá se animó y propició un susto de consideración en un centro preciso de Larra que Makhtar, solo en el punto de penalti, cabeceó con convicción para que Bernabé evitase el 0-1 sobre la misma línea de gol.

El partido estaba abierto. El Zaragoza, bien movido por Manu Molina, insistía por la banda derecha y parecía dueño de la situación, aunque se esperaba algún zarpazo del Albacete que llegó en un servicio de Álvaro interceptado por un defensa cuando Fuster se disponía a rematar, y después otro pase de Juan María que se paseó por la línea de gol.

El Albacete encaraba la recta final de un partido espeso sin sensación d etener ideas para superar al Zaragoza. Albés quemó las naves dando entrada al terreno de juego, entre otros, a Kawaya, espoleado por el público, en busca de alguna acción con chispa que desbaratase el sólido entramado del cuadro aragonés.

La suerte del Albacete pendía de un hilo, volcado en su intento de conseguir la victoria pero también pendiente de algún error que le castigase a su espalda. Los locales lo intentaron hasta el final, pero todo se zanjó con algunos caracoleos de Kawaya mientras el Zaragoza dormía definitivamente el partido.

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