La provincia pierde el 15% de su comercio de proximidad

A.M.
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La repercusión de la venta 'online' y la crisis de la energía son dos factores que originaron el cierre de pequeñas tiendas

Una joven pasa delante de un comercio que ha cerrado sus puertas. - Foto: Rubén Serrallé

Estaban en la cuerda floja y la pandemia, con cierres y confinamiento incluidos, ha sido el remate. La Federación de Comercio de Albacete (Fecom) calcula que la provincia de Albacete ha perdido, al menos, el 15% de su comercio local, que ha resultado especialmente afectado en las poblaciones del ámbito rural más pequeñas.

Ni tan siquiera la relajación de las medidas restrictivas frente al Covid ni el periodo de rebajas de este verano han aliviado a un sector que lleva años sufriendo las consecuencias de la globalización, las importaciones del mercado asiático y el impulso del e-commerce que, durante la pandemia, alcanzó cotas de negocio antes inverosímiles.

La crisis del comercio está afectando de forma mayoritaria al ámbito rural, a esos pequeños y populares bazares de los municipios de la provincia que, según el presidente de la Fecom, José Lozano, han sufrido un golpe «terrible», tanto que estamos asistiendo a su desaparición paulatina. «El tendero de pueblo va a ser historia», lamenta Lozano.

El primer culpable de esta situación es el fenómeno de la venta por internet. El confinamiento de la primavera pasada junto a las restricciones de movilidad que impedían los desplazamientos, originaron un masivo boom de las compras online a los gigantes del e-commerce, Amazón y similares. Y las típicas tiendas de proximidad, los conocidos bazares en los que podías encontrar cualquier tipo de alimento, artículo y objeto, han ido cerrando sus puertas ante otro fenómeno que les afecta: la falta de relevo generacional. «Los tenderos o tenderas lo único que quieren ahora es jubilarse y vivir de su pensión, mientras se han ocupado y preocupado de que sus hijos estudien una carrera para no verse obligados a continuar un negocio que requiere muchas horas de trabajo, mucha atención de lunes a sábado y muy pocas vacaciones», reflexiona José Lozano.

Del centro a los barrios. Pero en la capital, la crisis del comercio no se ha comportado de forma igual. Mientras el Centro continúa en estado grave, con decenas de locales con el cartel de Se alquila o Se vende en zonas tan concurridas como la calle Mayor, la calle Ancha o Teodoro Camino, en zonas concretas de barrios, como el bulevar de Isabel La Católica o la carretera de Jaén entre San Pablo y La Vereda, los comerciantes han sabido hacer frente, no sin altibajos, a la crisis económica derivada por la pandemia y a la desconfianza del consumidor por el momento que estamos atravesando.

«En los barrios, la gente sigue confiando en la tienda de abajo de su casa, estos comercios han conseguido fidelizar a su clientela y han podido resistir, porque no solo es el tendero o el comerciante, es el amigo y el vecino», explica el presidente de Fecom, que también señala la transformación que está experimentando el comercio local tradicional, de manera que donde había una pequeña mercería ahora se instala un gabinete de tatuajes o un negocio de carcasas para móviles: «Los comercios conservadores están desapareciendo, más en una sociedad de quita y pon donde la gente ya no cose un calcetín, porque compra 12 por cinco euros; el costurero con dos hilos también ha pasado a la historia».

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