Dice el refrán que de casta le viene al galgo, y la actriz Greta Fernández no puede negar, ni por su talento interpretativo ni por sus rasgos faciales, que es hija del famoso actor barcelonés Eduard Fernández. Su admiración por él se desprende en que quiere seguir sus pasos en cuanto a elección de trabajos. Va por buen camino porque con La hija de un ladrón, uno de sus primeros papeles como protagonista, ganó la Concha de Plata en el último Festival de San Sebastián.
El papel de Sara es un auténtico personaje-bombón. ¿No sé qué le enamoró más del él, su valentía o la responsabilidad para afrontar un montón de decisiones siendo tan joven?
Antes de enamorarme de Sara, me agradó el guion. De Sara me gustó que no estaba planteada su lucha de forma terrible, dramática, para que afectará más al público. Me parecía muy interesante que fuera un personaje común, con el que muchas chavalas pudieran identificarse porque pasan por las mismas circunstancias.
¿Para usted es una heroína?
Sí, lo es, porque hace todo lo posible para ser una persona normal. Nadie puede recriminarle que no haga lo suficiente. Es una valiente, muy cabezota, que tiene una fuerza abismal. Debería quererse más a ella misma, y le faltan herramientas emocionales para tirar hacia adelante.
Trabaja por primera vez con su padre, el famoso actor Eduard Fernández, y tiene varios duelos interpretativos con él. ¿Es más fácil porque lo conoce bien o un reto porque quería demostrarle lo que usted vale?
Hubiera sido complicado si yo hubiera querido impresionarle, porque estábamos en escena jugando un rol. Pero me ha hecho mucha ilusión que mi padre me diga que mi trabajo está muy bien hecho, es maravilloso.
¿Le costó convencerle para que trabajara con usted en esta cinta, donde es la protagonista?
No me costó nada. Yo no le iba a insistir a mi padre para que hiciera este trabajo, pero yo sabía que iba a decir que sí, porque conozco sus gustos y sabía que en cuanto leyese el guion aceptaría.
En el filme, hay un claro desencuentro entre padre e hija. ¿Hay algo oculto en el pasado de esa relación paterno-filial?
El espectador puede pensar lo que quiera, pero lo que queda claro es que este padre no sabe cuidar, no sabe querer a los suyos.
Hablamos, por tanto, de una relación tóxica.
Es una relación dañina y real, que deberían solucionar ambos con terapia, pero no pueden hacerlo porque dos personas como estas no tienen medios. En mi entorno he conocido relaciones así, porque son padres que no ejercen como tales y los hijos tienen que ponerse en roles que no les tocan y jugar a ver si tienen suerte.
¿Considera que este papel tan complejo le va a abrir otras puertas profesionales?
Tenía muchas ganas de que me vieran en un papel como este. Es el tipo de personajes que me gustan interpretar, mujeres a las que les pasan cosas. Bien escritas. Pero no es fácil que te lleguen roles así.
Sara resulta un personaje muy real. No sé si ha tenido alguna reacción directa del público.
Pues acabo de llegar del Festival de Most, en Vilafranca del Penedés, y allí se me acercó una mujer que me dijo que trabajaba en un centro de menores y que le había gustado mucho la película porque reflejaba perfectamente las situaciones que vivía cada día.