Entrar en el reducido y glamuroso mundo de la moda y el diseño es un sueño difícil, pero no imposible. Pertenecer a la escogida élite de las agujas más prestigiosas de este país no solo requiere de altas dosis de originalidad, calidad y creatividad, sino también de una inversión muchas veces utópica para los nuevos aspirantes.

Consciente de la complicada carrera que tienen por delante, la organización artística y técnica de Ab Fashion decidió en 2016 convocar un concurso para nuevos talentos de la moda española, un certamen que ha ido creciendo conforme lo ha hecho el nombre de esta pasarela albaceteña, que para sus noveles participantes se ha convertido en uno de los mejores medios de difusión de sus propuestas.

Después de reducir de 10 a cinco los finalistas, la preselección se ha complicado para un jurado que prima la singularidad y la innovación, sin olvidar la calidad en la confección y en la elección de los tejidos. El pasado año, después de producirse varios empates entre los participantes, el premio New Talents se concedió a la colección Akatama del bilbaíno Eder Aurre.

Para esta cuarta edición, Ab Fashion ha recibido 62 propuestas de jóvenes diseñadores procedentes de un sinfín de provincias españolas, que han cuidado hasta la presentación de los dossieres para competir en un certamen que, de ganarse, aporta prestigio al currículum y portafolios.

En general, los responsables de sostener la moda española y mantenerla en la cúspide internacional han apostado por looks muy arriesgados en los que priman los colores oscuros, preferentemente el negro, así como las líneas muy depuradas y asimétricas, aunque también los volúmenes tienen protagonismo. Texturas múltiples como las sedas y los neoprenos que se han aplicado sobre estructuras muy cuidadas y trabajadas, «lo que ha dificultado gratamente la selección», ha comentado la directora artística, empresaria y diseñadora Lola Muñoz.

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