Alejandro Peñaranda triunfa en su tierra

Pedro Belmonte
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Salió en hombros con Curro Díaz y 'El Fandi', en una tarde en la que la espada le privó de mayores premios

Alejandro Peñaranda triunfa en su tierra - Foto: Pedro Belmonte

Gran ambiente el que hubo ayer en la remozada plaza de toros de Iniesta para ver debutar con picadores a uno de los suyos, hecho torero en la Escuela de Albacete. Alejandro Peñaranda cumplió las expectativas, haciendo disfrutar a sus paisanos, menos con la espada, por la que perdió algunos trofeos. La plaza casi se llenó, dentro del aforo permitido, en una tarde agradable. Se lidiaron cuatro toros de Las Ramblas y dos novillos de Enrique Ponce, de correcta presentación y buen juego.

Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero ayer, Alejandro Peñaranda deshizo el dicho, ya que encajó perfectamente con la afición de su pueblo. Debutó con picadores con el novillo Guionista, con el hierro de Enrique Ponce, que dio un gran juego, que supo aprovechar Peñaranda para torearlo despacio, por abajo, muy templado y ligando grandes tandas por ambos pitones. Se le vio tranquilo, disfrutando del momento, con su gente muy entregada. Antes lo había brindado al conocido hostelero y gran aficionado de Iniesta, Julio Mora. Lo mató de pinchazo arriba, estocada trasera y contraria y dos descabellos y aún así cortó una oreja con mucha fuerza.

No tuvo la misma condición el novillo que cerró el festejo, de bonitas hechuras, pero con menos contenido que el primero de su lote, ya que se desfondó y afligió muy pronto. Con el capote estuvo variado, destacando un quite por gaoneras de buena factura, y tras brindar a sus padres que estaban en una  barrera, salió dispuesto a todo, pero se encontró con un animal al que le costaba embestir y lo hacía de forma irregular. A pesar de todo, se impuso al novillo, metiéndose con él, colocándose en el sitio y aprovechando las embestidas para hacerle repetir dejándole la muleta en a cara. Una pena los dos pinchazos previos a la estocada, que dejó el premio en una oreja.

Abrió plaza un toro de Las Ramblas, con cuajo y bonito de cara, que no dio problemas al torero. Unos lances de recibo, costándole acoplarse con él sin que le diesen fuerte en  el caballo, yéndose de naja en dos ocasiones. En la muleta tuvo un comportamiento irregular, a veces rebrincado otras veces cogiendo los trastos por abajo y entregado, lo que quitó transmisión a la faena a pesar de la voluntad de Curro Díaz. Pinchazo hondo arriba y otro bajo, con descabello incluido, fue el preludio de que el de Linares recogiera una ovación, parecida a la que se llevó el toro en el arrastre.

El cuarto tuvo nobleza, aunque llegó algo solo a la muleta. Lo entendió a la perfección Curro Díaz, quien le atacó con la mano derecha, estirando del de Las Ramblas, que obedecía llegado a transmitir, y lo esperó al natural, recogiendo la embestida muy templado toreándolo con la clase que desarrolla este diestro. Faena de muy buena compostura que remató con una estocada algo desprendida, cortando las dos orejas.

Mejor condición tuvo el segundo de la tarde, un ejemplar de Las Ramblas con recorrido y entrega. El Fandi lo banderilleó sin apreturas y solvente, para llegar a la muleta con muchas precauciones y sin ajuste, en una faena de poco contenido artístico, siempre mirando a la galería. Dos pinchazos, estocada tendida y descabello, hicieron que todo quedara en un respetuoso silencio.

Buen toro el quinto de la tarde, un ejemplar de Las Ramblas con recorrido, al que se le dio una auténtica paliza en banderillas, con muchos capotazos y cambios de terrenos, clavándole hasta cuatro pares, dos al cuarteo y los dos últimos al violín. La primera parte de la faena tuvo mejor compostura que en el toro anterior, templando las series y con mayor ajuste, aunque a media faena el animal no podía más y comenzó a querer irse, desistiendo de la pelea. Lo mató de una estocada baja y se le concedieron las dos orejas, dándole la vuelta al ruedo al toro.