Si Mahoma no sube a la montaña, la montaña baja a Mahoma. Había que ponerle un parche a la rocambolesca situación de Sánchez, y Aragonés se ha prestado a ello. Dentro de pocos días se sabrá por qué y por cuánto se ha rebajado (aunque el personaje en cuestión admite muy pocas rebajas a riesgo de quedarse en nada) a dar el primer paso, pese a las invectivas que le lanza un día sí y otro también a su homólogo a nivel nacional. Pero claro como se siente presidente de Cataluña y Cataluña es una nación, todo queda entre iguales.
Tenemos una clase política tan amante del poder que por conservarlo, aunque sólo sea por un día más, están dispuestos a hacer cama redonda todos juntos y sálvese quien pueda. Se dicen «puta y con quién» hoy, y mañana se arrebujan abrazados al calorcito del poder. Es cuestión de tú me das una cosa a mí y yo te doy otra cosa a ti y que «pasen días y hoyas». Quien se los tome en serio, a nuestros políticos digo, que Santa Lucía le conserve la vista. La dignidad era verde y se la comió un burro.
Por este camino, día llegará en el que las urnas se cerrarán vacías la noche electoral, pero ellos-nuestros políticos- ya habrán encontrado para entonces un sucedáneo a los votos, como por ejemplo echar la moneda al aire para decidir quién manda en España, o en el presupuesto, que es lo que realmente les preocupa a nuestros poncios. 
Hoy se dicen perrerías y se desacreditan unos a otros con saña, y al día siguiente se entrevistan, se abrazan hasta romperse las costillas y pocos días después se entera uno de que el presidente autonómico tal o cual ha conseguido del Estado, «gracias a su capacidad negociadora», una lluvia de euros que tiembla el misterio.