Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


A nadie le sobran los niños

19/03/2022

Las previsiones hablan de entre cinco y diez millones de refugiados ucranianos. No sé si somos conscientes todavía de lo que significa eso. Haciendo una sencilla regla de tres y teniendo en cuenta que la población española es un diez por ciento de la población de la Unión Europea, a España le tocaría recibir entre 500.000 y un millón de personas en un reparto proporcional.
Es cierto que las cosas nunca se hacen así. En esta situación, además, no habrá cuotas y los migrantes tienden a moverse hacia los países donde ya existen comunidades nutridas de su nacionalidad o hacia aquellos en los que existe una fuerte afinidad cultural o lingüística. Los países eslavos del este de Europa son, por lógica, los que más papeletas tienen de recibir ucranianos, en su mayoría mujeres, ancianos y niños. También se espera, por ejemplo, que muchos acaben buscando oportunidades en Alemania, Italia y los países nórdicos.
Si las cosas vuelven a una cierta normalidad en Ucrania y se ponen en marcha planes de reconstrucción ambiciosos, muchos de los desplazados acabarán volviendo al país a reunirse con sus familias y repoblar las ciudades y pueblos que abandonaron. Es la intención que expresan la mayoría de quienes estos días cruzan las fronteras con Polonia, Moldavia o Rumanía.  
Los que echen raíces en la Unión Europea, en cualquier caso, deberían ser acogidos con entusiasmo, sin las trabas burocráticas habituales, que en ocasiones se convierten en trampas que congelan durante años las cosas. Hay que dedicarles los recursos y las atenciones necesarias. No solo por humanidad, y no solo por tacticismo geopolítico, sino también por interés. El invierno demográfico europeo está entrando en la fase de caída a plomo. Y a nadie le sobran los niños.