Tras los pasos de los ermitaños del Júcar

Redacción
-

El estudio de una cueva en el paraje de Cuasiermas plantea la posibilidad de que existiese un conjunto eremítico en la zona

Imagen de una cruz pintada en el interior de la cueva, que pudo ser realizada sobre un grabado anterior. - Foto: A.A.

Alfredo Alcahut, profesor del IES Río Júcar de Madrigueras, detalla los resultados del proyecto de exploración de una cueva en el paraje de Cuasiermas, «historia digna de un guión de cine» que, según detalla, «comenzó hace más de 12 años, cuando el arqueólogo Miguel Ángel Valero Tévar, conocido entre otras actividades por la excavación del mosaico romano de Noheda, nos alertó sobre un hecho: las cuevas de Cuasiermas eran artificiales y mostraban señales de haber sufrido incendios».

A partir de esa información, Rubén Talavera García, a la sazón estudiante, y el propio Alcahut comenzaron en 2009 a estudiar mediante fotografías y un reconocimiento del terreno el entorno del río Júcar en Cuasiermas, en los términos de Madrigueras, Tarazona de la Mancha y Albacete.

La investigación dio un gran paso cuando, con la colaboración de Eduardo Carrasco Monteagudo, se pudo explorar desde lo alto una cueva. «Se obtuvo una foto muy interesante», indica el profesor, de una cruz pintada en 1901. «Pero la cuestión es: ¿Está pintada la cruz o está pintada sobre una cruz previamente grabada en la roca?», se pregunta, reseñando que su tipo recuerda poderosamente a cruces antiguas, sobre todo medievales, que se encuentran talladas en iglesias y en eremitorios como los de la Camareta (Hellín) y el río Cabriel (Alborea). 

Un eremitorio, según la definición de la RAE, sería un lugar solitario habitado por un eremita o por varios que viven separadamente; a veces hay una ermita o capilla que puede ser un lugar de peregrinación. 

Para averiguar si se trataba o no de un eremitorio o algo relacionado había que subir a verlo in situ. Entonces se comenzaron a hacer gestiones. Con el apoyo de la Asociación Cultural Svcro, se solicitó del Ayuntamiento de Madrigueras, municipio en el que está enclavado el lugar objeto de estudio, el servicio de una máquina elevadora para poder pasar con más seguridad a la cueva. Mientras se comprobaba la posibilidad de acceso al lugar, pasó un tiempo. 

«La epidemia de Covid hizo su labor y causó un nuevo retraso. Y hasta el 16 de agosto de 2021 no se pudo dar el paso», continúa el profesor, remarcando que ese día se contó con la colaboración de la empresa local Ultra PC, de particulares como Juan Francisco Valera y Abraham Milla, del Ayuntamiento y del técnico municipal Federico Castillo. El resultado fue que, tras horas de laboriosos esfuerzos, Rubén Talavera pudo entrar en la cueva y fotografiar el interior.

«Pocos días después recibimos una preciosa información proporcionada por Ambrosio Contreras San Bartolomé, natural de Tarazona de la Mancha. Nos contó que su padre, Antonio Contreras, a principios del siglo XX, vivió siendo joven por la zona del río. Allí había oído contar a un hombre muy viejo, que vivía en una casa por esos parajes, que en una cueva del río había muchos picaos, no dibujos, sino picaos. Este interesantísimo dato nos pone tras la pista de la existencia de más cuevas con grabados», prosigue Alcahut sobre la evolución de su proyecto. 

conclusiones. De acuerdo al profesor, tras un minucioso estudio, que incluye una comparativa con otros conjuntos parecidos, «nos atrevemos a plantear la siguiente posible interpretación: se trataría de un espacio usado como vivienda para uno o más ermitaños y para prácticas religiosas (bautismo por inmersión)». 

«Además, han aparecido restos cerámicos que podrían ser tanto visigodos como medievales. Estos últimos datos nos llevarían a situarlo temporalmente en la alta edad media», datación para la que estudian dos posibilidades «en época visigótica, siglos VI-VII-VIII, en la que se produjo un gran florecimiento de estos conjuntos eremíticos rupestres; en época islámica, en los siglos del VIII al XI, cuando las prohibiciones para edificar iglesias obligaron a los cristianos a construir edificios de culto en cuevas y lugares apartados, en los que de acuerdo con la ley no se estaba construyendo».

«Sea cual sea la opción correcta, parece obvio que algunas cuevas cercanas formarían parte de este conjunto eremítico rupestre. El tiempo y las oportunas investigaciones nos darán la respuesta», concluye Alcahut, mostrando la intención del equipo de continuar ese trabajo en Cuasiermas.