Los podemitas han  agotado el catálogo de la entrepierna y vuelven a la fobia antitaurina. Ahora le toca al toreo, y exigen la desaparición de los programas televisivos Tendido Cero y  Jara y Sedal. El caso es seguir dándole palos al avispero. Cualquier cosa, menos preocuparse por la lamentable situación del mundo del trabajo. Han debido pensar: «Ya tenemos ministros y ministras en el Gobierno, con sus correspondientes sueldos de lujo, y ahora toca hacernos notar como sea y con lo que sea menester, para demostrar que seguimos cabalgando». Para ello han cursado el correspondiente documento a la Cámara de los Diputados.
La ministra doña Irene, señora de su señor, que es el rayo que no cesa, ha puesto boca abajo con sus descabelladas propuestas a los «jóvenes y jóvenas», que han tenido la virtud de poner en libertad a un buen número de delincuentes sexuales, y ahora la emprende con la Fiesta de los Toros. Claro que es muy probable que, viniendo las embestidas contra la cultura del toreo de donde vienen, consiga el efecto contrario a sus intenciones. 
Porque contra la Fiesta, a lo largo de su historia, han legislado reyes, generales, gobernantes y hasta papas, y ahí sigue porque a la larga los pueblos continúan adelante, mientras los poncios con sotana, uniforme con estrellas en la bocamanga o actas de diputado en bandolera, caen en el agujero negro de la Historia de lo que no pudo ser y además fue imposible. Así y todo, ellos deben pensar, «enreda, enreda que algo queda». 
Recordemos que un «generalito» mexicano, tío-abuelo de Manolo Martínez, uno de los mejores toreros que ha dado México, prohibió la celebración de espectáculos taurinos en el país de Moctezuma y, mientras su sobrino-nieto permanece con letras de oro en la historia de la Tauromaquia, del citado militar no se acuerda nadie sino es para mentarle a su señora madre.