Enrique Belda

LOS POLÍTICOS SOMOS NOSOTROS

Enrique Belda


Tertulianas y tertulianos a sueldo

29/03/2022

Con las redes sociales y la democratización de la dinámica de expresarse, ya no tenemos que estar sometidos a una serie de señoras y señores que van sentando verdades en prensa, radio y televisión, opinando de todo y de todos, y generando debates que solo a veces nos interesan. Antes, los directores de los grandes medios tenían la facultad absoluta de llevarnos por sus calles de la amargura, generando siempre decisiones en la ciudadanía según les conviniera a los poderes económicos que les pagaban.
Así sucedió en uno de los períodos más negros de la historia de España cuando dos grupos de comunicación crearon una grave fractura en la sociedad enfrentando a millones de personas en torno a las banderas sobre la autoría del 11 de marzo de 2004. Dos tinglados de influencia económica y ética pusieron sus perros ladradores a azuzar a una España noqueada y cientos de miles de personas se despertaban con la mala leche de Federico, o del otro intocable e innombrable en la otra parte que, con mejores modos, era igual de venenoso.
A medida que las redes, blocs y aperturas de medios nos dejan decir lo que queremos, desciende el control de las campañas orquestadas, y eso, sin duda, es muy bueno. En estos años de crisis, además, se ha acentuado el divorcio mental entre los tertulianos pagados de los mejores medios y la realidad de la calle. Gente de muchísimo nivel y reconocido prestigio y profesionalidad, se va pegando una torta tras otra en las predicciones económicas, sociales y electorales. No aciertan con lo que nos interesa, ni con lo importante. Y cuando dan con el tema, plantean enfoques maniqueos y cutres.
El reino del reduccionismo está llegando a su fin: los líderes de opinión, ahora, han de recapacitar para recuperar un análisis serio y abierto siempre a la duda. Los que no lo hagan, podrán reciclarse para fichar como animadores de alguna gala de Miss España. De ciertos medios públicos mejor no hablar: el sectarismo está tan justificado por la arraigada metida de mano de los gobiernos que es desesperante oír las cosas que les hacen decir y el teatrillo de supuesta pluralidad. Casi mejor que se limiten a dar noticias sin explicarlas porque es tan burdo el objetivo que asombra a cualquier espectador imparcial, y en este caso lo pagamos todos. ¿Alguien cree que se puede pedir coherencia a la ciudadanía si sus supuestos espejos escenifican cuotas políticas y recados de conveniencia?

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