Las excavaciones en Caudete deparan numerosos hallazgos

Redacción
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Los arqueólogos Gabriel Segura y Daniel Azorín presentan las conclusiones de las últimas campañas de investigación desarrolladas en el castillo y El Real, donde aparecieron monedas romanas y numerosas piezas cerámicas

Participantes en las excavaciones. - Foto: Ayuntamiento

La primera edición de las Jornadas de Estudios Locales de Caudete abordó recientemente la arqueología con una conferencia titulada Últimas intervenciones en el Patrimonio Arqueológico local: El Real y el Castillo de Caudete, impartida por los arqueólogos Gabriel Segura Herrero y Daniel Azorín Juan.
Para sorpresa del público que abarrotaba el Museo de Acuarela, Segura arrancó hablando de las excavaciones realizadas en 2020 en el Cerro de Santa Ana, dentro de las obras que el Ayuntamiento programó con trabajadores del Plan de Empleo de Zonas Rurales. Comentaba que tras los indicios de contar el cerro con un poblado íbero, el Ayuntamiento decidió contratar el seguimiento arqueológico. En una superficie de aproximadamente 10 metros cuadrados, la necesaria para realizar los alcorques y paso de conducciones de riego, aparecieron 268 fragmentos cerámicos que pueden asignarse parte de ellos a 18 unidades identificadas de platos, ánforas, cántaros cuencos. pertenecientes a cerámica romana-ibérica, cerámica itálica, todo ello cerámica de cocina que atestigua no solo el poblamiento sino que por sus características permite identificar que se trata de una población indígena, fechado en el siglo I a.C.

Sobre el yacimiento de El Real, de nuevo el Ayuntamiento contrata los servicios arqueológicos, con cargo íntegramente a las arcas municipales, como ocurriera con Santa Ana, para estudiar los restos visibles en una parcela sobre la que se proyectaba abrir zanjas para canalización eléctrica, colocación de farolas y vertido de zahorras y compactado de las mismas para acondicionar el espacio como aparcamiento.

Tras las excavaciones realizadas en la parcela, siguiendo los vestigios visibles, concluyen los arqueólogos que se trata del mismo poblado íbero-romano identificado por Mª Luz Pérez Amorós en 1992 a escasos metros del lugar, y que por la cronología del material arqueológico extraído se sitúa entre los S.II-IV d.C. Concretamente, la zona excavada está arrasada por actuaciones de desmonte de tierras realizadas en la década de los años 90, detectándose tan solo la primera hilada de parte de algunas construcciones relacionadas con la pars rustica.

En uno de los extremos, los restos atestiguan la presencia de un torcularium, o lo que es lo mismo, una almazara, o parte de ella, según mostró Segura, quien tiene el convencimiento de que queda por aflorar parte de la extensa Villa Romana que se localizaba en la zona. En total, cerca de 1.250 fragmentos aparecidos, entre los que destacan 5 monedas de bronce de Aureliano, Crispo y Constancio II.

Daniel Azorín, por su parte, se encargó de hablarnos de las dos últimas excavaciones realizadas en el Castillo. La dificultad de excavar sobre un arrasado Castillo empleado posteriormente como Cementerio y reconvertido en jardin parroquial hace que las labores arqueológicas sean mucho más pausadas, se eleven los restos arqueológicos aflorados y la identificación de estructuras o lectura del Castillo sea tarea compleja.

El objetivo desde 2020 fue la localización de la cuarta torre de la que se sabe contenía el Castillo, pero que faltaba por ubicar. Inicialmente, los trabajos de aquella excavación parecieron dar sus frutos al localizar restos de mampostería en la supuesta ubicación de la torre. En la excavación del año 2021, ampliando la fase anterior, se confirma la presencia de lo que podría ser la torre, al identificar una serie constructiva de muros de tapial con ordenación lógica, a pesar de aflorar restos de la fase en la que el uso fue el funerario, localizando el cadáver de una niña de 8 años aproximadamente, fallecida (según examen forense de H. Trespalacios) de las llamadas "fiebres de Malta".

La excavación de 2021, centrada en identificar al completo la morfología de la torre, irrumpe con alta presencia de enterramientos, unos en posición primaria, y otros revueltos, que complican la investigación arqueológica de la fortaleza al destruir estructuras en su día para la necesidad funeraria. Aparecen gran cantidad de restos cerámicos íberos y romanos, así como de epoca medieval, y loza del XIX, así como unos pendientes, un collar, un pequeño broche y unos botones (del ajuar o vestimenta de los difuntos exhumados), así como de dos piezas pétras que podrían datarse de época íbera por similitud a otras existentes.

Finalizaba el acto con la intervención del público en fase de ruegos y preguntas a los ponentes, y con la entrega de diplomas por parte del alcalde a los voluntarios que participaron en cada una de las campañas expuestas en la Conferencia.