Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Los exoesqueletos

03/04/2023

Está claro, amigos, que la tecnología nos invade y nos arrastra hacia condicionamientos espectaculares. Cuando los avances buscan el bien, la espectacularidad se agiganta por las consecuencias que provocan, especialmente en el bienestar del ser humano; cierto es, que cuando los avances buscan el mal, también nos lleva a un sentimiento de temor y a unas consecuencias inimaginables para la existencia humana, desembocando en el terror, destrucción, muerte y pérdida de dignidad. Es la ley de vida, la ley del poderoso, la ley del dinero o la ley de la intolerancia.
La ciencia médica avanza con incalculables consecuencias positivas; en su razón de ser como ciencia para la salud, y a su vez, comparte la necesidad de la ciencia tecnológica para conseguir esos retos en la máxima dimensión. Los humanos tenemos capacidades físicas limitadas que pueden ser potenciadas gracias a la tecnología. Por eso, han aparecido, los exoesqueletos que son estructuras que se pueden 'vestir' y que sirven de apoyo y asistencia para los movimientos, o para aumentar las capacidades del cuerpo humano.
Un exoesqueleto robótico es un dispositivo mecánico que viste un ser humano con determinados fines o aplicaciones, como servir de apoyo, o potenciar tecnológicamente las capacidades físicas de los seres humanos. Se considera que, por lo general, un exoesqueleto es un armazón mecánico duro dotado de articulaciones que permiten el movimiento del operador humano.
Existen otro tipo de exoesqueletos que son más blandos y que se llevan sobre el cuerpo, apoyándose en el esqueleto interno del ser humano. De esta manera, se pueden transferir las fuerzas de los actuadores acoplados al cuerpo. Por tipos, se puede decir que los armazones de esta clase pueden ser antropomórficos o pseudo antropomórficos, dependiendo del grado de parecido que tengan con el cuerpo humano.
Otra clasificación la tenemos entre esqueletos motorizados y pasivos. El armazón motorizado puede utilizar actuadores hidráulicos, eléctricos, neumáticos, o de cualquier otro tipo. En cambio, un exoesqueleto pasivo no dispone de ningún tipo de motor, y sirve para proporcionar apoyo mecánico a las personas cuando están sentadas o de pie durante largos periodos, o ayudar a los movimientos utilizando un muelle para almacenar energía.
Y ahora, pensar que un exoesqueleto puede generar movilidad a los niños con parálisis cerebral es maravilloso. Poder contemplar su movilidad cuando eso era impensable hace unos años, es realmente indescriptible. Da igual, un exoesqueleto pasivo, o tal vez, un asistencial –aliviando la carga física- o los exoesqueletos motorizados por medio de ordenador; de una u otra manera, la ciencia es maravillosa aplicada a las buenas praxis, maneras o necesidades, haciendo felices a niños, adultos o mayores, creyendo que todo es posible –excepto la muerte- y asistiendo a concienciar el valor que debe de tener el apoyo institucional a los estudios científicos, a los adelantos investigativos, a los científicos y estudiosos, al valor del cerebro cuando asiste a la funcionalidad de la mejora en la calidad de vida.

 

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