Si en algo coinciden todas las encuestas recientes, incluso las de Tezanos, es en el dato de que Vox cotiza a la baja desde el batacazo andaluz y que anda demoscópicamente en horas bajas indicadoras de que le puede costar recuperarse ante las citas electorales con las que nos encontraremos desde la próxima primavera. Dos son las razones que podrían explicar esa tendencia a la baja que parece acusar el partido ultraderechista: la primera sin duda, la recuperación del PP que con Casado y sin él ha ido escorándose hacia posturas mucho más cercanas a la extrema derecha que las mantenidas en los últimos años, sabiendo que por ahí hay votos que se pueden recuperar y sin preocuparle la fuga de votos hacia el centro, por cuanto que a Ciudadanos ya no hace falta ayudarle para que se destruyan solos; la segunda razón está en los propios errores que Vox viene cometiendo últimamente y que no consiguen tapar ni siquiera con los medios de comunicación que le son próximos hasta cuando alguien desde Vox tachan a Sánchez y al PSOE de «banda criminal».
Las encuestas y Olona están sacando de sus casillas a los firmantes del argumentario de Vox, donde emergen figuras como las del vicepresidente de Castilla y León, García Gallardo, del que el PP parece no saber ya cómo distanciarse, y cuando se les pide una rectificación aparece Espinosa de los Monteros, en el mismísimo Congreso de los Diputados, diciendo que la Historia muestra del PSOE su pasado criminal. Es claro que mientras Vox pierde fuelle electoral, se supone que ante la satisfacción del PP, sube el nivel de sus salidas de tono y de la bilis y crispación con el que aparece en cada acto de la escena política.