Editorial

La sociedad tiene la obligación de frenar el acoso escolar

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Uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es el acoso escolar. No por ser un tema entre niños y adolescentes deja de tener menos importancia y, afortunadamente, los protocolos diseñados permiten frenar a tiempo o poner fin al conocido como bullyng.

En 2017 la Consejería de Educación de la Junta de Castilla-La Mancha decidió poner en marca un protocolo de actuación en caso de que se sospeche que puede existir algún de acoso escolar y parece que las estadísticas dejan claro que desde su puesta en marcha se ha controlado más este espinoso tema que afecta a nuestros hijos.

El curso anterior a que se pusiera en marcha dicho protocolo se abrieron 78 expedientes que detectaron un total de 39 casos, desde entonces han mejorado año tras año y el pasado curso se abrieron 36  protocolos de acoso en la provincia, de los que se confirmaron 12 casos.  Los datos del primer trimestre de este año dice que son 23 los protocolos abiertos, en los que, de momento, se han certificado seis casos de bullyng.

Desgraciadamente desde siempre meterse con un alumno por sus condiciones físicas, su raza o su religión, ha sido algo habitual en nuestros colegios. Todos conocemos algún caso de un gordito o de un gafitas de los que se reían sus compañeros de clase y, aunque en la mayoría de los casos no se pasaba a mayores, era algo normalizado. El problema es cuando el acoso cruza la línea roja y ya las agresiones verbales y se convierten  en físicas o en humillaciones y vejaciones difíciles de entender en personas de edades tan tempranas.

La sociedad está tomando conciencia y las campañas ayudan a corregir conductas que ya no se ven como normales. La figura del macarra de patio de colegio sigue existiendo, pero también es cierto que cada vez hay más mecanismos para evitar que acose a compañeros.

El problema ahora llega de otra manera. La evolución de la sociedad hacia una vida marcada por las redes sociales, permite acosar desde el anonimato y con una fiereza que causa estupor cuando se descubren las barbaridades que se pueden publicar sobre una persona que está siendo acosada. Aquí los protocolos son más difíciles de aplicar y por lo tanto el acoso tarda más en salir a la luz.

Todos estamos obligados a que esto cambie a mejor, evitar que nuestros jóvenes sufran y que para ellos ir al colegio o salir al recreo sea un suplicio. Padres, profesores, compañeros e incluso medios de comunicación, tenemos que estar vigilantes porque en un caso de acoso, actuar con rapidez es fundamental.