Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Cinco años después

04/10/2022

Los independentistas catalanes no son los únicos que rememoran, el referéndum ilegal del 1 de octubre, quizá su mayor momento de gloria desde la anterior proclamación de la república catalana, que acabó como la que siguió a esa consulta popular, con el Estado imponiéndose a las ansias secesionistas. Dos días después de que los catalanes "indepes" votaran el rey Felipe VI pronunció un discurso dirigido a toda la nación para situar lo sucedido en sus justos términos. Si los independentistas habían decidido por su cuenta y riesgo acabar con la Corona y afirmaban no tener rey, los hechos y la fortaleza del Estado de Derecho vinieron a demostrar lo contrario, y Felipe VI y actuó como garante de la unidad de España y de la soberanía nacional, probablemente una de las pocas prerrogativas que le quedan.

Se suele afirmar que el discurso de Felipe VI fue el equivalente al que pronunció su padre por el intento de golpe de Estado del 23-F, porque en ambos casos se trataba de defender la legalidad constitucional por encima de unos actos que llegaban disfrazado de una interpretación sui generis de lo que es la democracia y el ejercicio del derecho de autodeterminación. "Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir democráticamente su vida en común". recordó el rey.

Felipe VI realizó una constatación de lo que ocurría en Cataluña desde que se inició el procés, en 2012 con el diagnóstico de lo que ocurría en Cataluña: "Hoy la sociedad catalana está fracturada y enfrentada", y se dirigió, precisamente a quienes sufrían esa situación."Sé muy bien que en Cataluña también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho".

Por supuesto, los independentistas rechazaron el discurso del rey y una de las principales críticas que le dirigieron fue que no hubiera hecho ninguna mención al diálogo para resolver el contencioso, ni tampoco alusión a los heridos en los enfrentamientos con las fuerzas policiales que pretendieron evitar las votaciones una vez que aparecieron las urnas, y que dejaron -según los independentistas- unos mil heridos, aunque solo uno requirió hospitalización por problemas cardiacos. Pero su intervención, criticada por quienes consideraron que el rey había perdido su posición de neutralidad fue el primer paso que volvía a garantizar el retorno a los procedimientos democráticos a la hora de abordar el problema territorial catalán. Desde aquel momento, las autoridades independentistas catalanas, no han dejado de mostrar su descortesía mediante desplantes cada vez que el rey ha acudido a Barcelona.

Los cinco años transcurridos desde el referéndum ilegal y la respuesta de Felipe VI en defensa de la Constitución y de sus dos pilares fundamentales han servido para diluir aquel procés, con la última derivada de la crisis del Govern catalán de coalición por las discrepancias entre los socios acerca de cómo "volver a hacerlo" y de cómo han de ser las relaciones con el Gobierno central.

Después del discurso del rey aún faltaban 24 días para que el gobierno de Mariano Rajoy aplicara el artículo 155 de la Constitución y suspendiera la autonomía catalana.