Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


En defensa de la infelicidad

24/03/2022

Les presento hoy, y les recomiendo, el libro 'En defensa de la infelicidad', de Ediciones Destino, de Alejandro Cencerrado. La sinopsis oficial se refiere al libro como «el estudio científico más largo jamás llevado a cabo sobre la felicidad del día a día por un analista del Instituto de la Felicidad de Copenhague».
Alejandro Cencerrado Rubio, joven y genial científico albaceteño, es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid y experto en Estadística y analista de 'big data' del Happines Research Institute de Dinamarca. Y original como nadie, pues lleva nada menos que diecisiete años midiendo diariamente su propia felicidad mediante la aplicación de los algoritmos más avanzados, intentando encontrar así las dinámicas internas y personales de su propia felicidad y los factores diarios que más afectan a su bienestar.
Con esta experiencia personal Alejandro Cencerrado indaga sobre las cosas que nos hacen más o menos felices como individuos y como sociedad, sobre felicidad afectiva del día a día y sobre la satisfacción personal y el sentido de la propia vida que cada uno tiene, animándonos a una reflexión personal. «Un libro único y revelador en el que se entrelazan disciplinas tan diversas y cercanas como la psicología, la sociología y la antropología para ofrecernos, a través de un análisis científico, una nueva mirada a la aspiración más ancestral del ser humano». «La infelicidad está para que no nos conformemos», ha dicho en una entrevista, es como un sistema biológico, un sistema evolutivo que nos hace avanzar, que sirve de motor para estar siempre en marcha y progresar. Para Gustavo Bueno, «la Idea de Felicidad es una Idea construida, una figura delimitada precisamente por la literatura de la felicidad».
El caso es que, desde siempre, yo mismo venía refiriéndome a la felicidad simplemente como «una tregua de pequeños placeres», que consiste en el arte de encontrar momentáneamente la felicidad en las pequeñas cosas cotidianas, una práctica muy sencilla de seguir con poco que nos esforcemos. Llegar a casa después del trabajo, el encuentro familiar, la sensación de satisfacción cuando llegas al final de un libro, oler y sentir las sábanas limpias, escuchar música de tu grupo preferido, ver fotografías antiguas, recuperar alguna afición olvidada, moler café, hacer una paella, el cocido murciano de pelotas de Sofía, mirar al cielo y ver pasar la Estación Espacial Internacional.  
O saber vivir los momentos especiales. Algo así como tener la oportunidad de pasar un buen rato en la terraza de la cafetería Rivoire de la Piazza de la Signoria de Florencia, observando a la gente pasar y de vez en cuando, entre trago y trago de un gin tonic perfectamente servido, fijar la mirada en la figura de Perseo con la cabeza de Medusa, en la cercana Logia dei Lanzi. A cosas así me refiero.