La última heredera de los tejedores de Oriente

E.F
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Trinidad García Esteban es la pieza angular de un proyecto que quiere mantener vivo en la villa de Alcaraz un legado cultural que estuvo a punto de desaparecer a finales del siglo XX

Trinidad García teje una alfombra bajo la mirada de Patricia Franco, consejera de Economía de Castilla-La Mancha. - Foto: R.S.

El 13 de febrero, el Diario Oficial de Castilla-La Mancha (DOCM) publicaba la declaración de las Alfombras de Nudo Español de Alcaraz (Albacete) como Bien Inmaterial. Esta declaración es parte de una serie medidas adoptadas por las administraciones para preservar y la elaboración tradicional de alfombras en el municipio serrano.

Entre las mismas, está la conversión de la Lonja de la Regatería, un edificio del siglo XVI, en un museo consagrado a las alfombras alcaraceñas. También cabe destacar los talleres y cursos sobre su tejido, coorganizados por el Ayuntamiento de Alcaraz y el Instituto Nacional de Empleo (INEM).

Pero nada de esto sería posible sin una persona que tuvo -literalmente- en sus manos el legado de los antiguos tejedores mudéjares, llamada Trinidad García Esteban, quien es de momento el último eslabón de una historia que comienza en 1212, el año de la Batalla de las Navas de Tolosa, cuando la balanza del poder en la Península Ibérica se decanta del lado de los reinos cristianos. 

En su estudio Alfombras Españolas, (Facultad de Geografía e Historia, Universidad Complutense de Madrid, 2003), Cristina Partearroyo señala que por aquella época, había destacadas tejedurías de alfombras en Albacete, en villas como Chinchilla, Alcaraz, Liétor y Letur, pero también Valencia, Murcia e incluso en Mayrit, la actual Madrid. 

En 1213, el rey Alfonso VIII de Castilla conquista Alcaraz. Pese al cambio, los artesanos musulmanes, llamados mudéjares por sus nuevos amos, siguieron con su trabajo y hallaron nuevos clientes entre reyes, nobles y religiosos.

Para complacer los gustos de las clases adineradas de la época, las alfombras empiezan a incorporar símbolos e imágenes más del gusto cristiano. Así, aparecen las alfombras llamadas Del Almirante, de la primera mitad del siglo XV, que incorporan motivos de la heráldica. Siguieron las gótico-moriscas, el estilo predominante en la transición del siglo XV al XVI.

En paralelo, concluye la Reconquista, con la caída del Reino Nazarí de Granada en 1492. Pero esta relato no se detuvo: primero fueron las alfombras Holbein, así llamadas porque aparecen en cuadros del pintor flamenco del mismo nombre con sus característicos diseños octogonales.

Por fin, a principios del siglo XVII, llega la clase llamada de Coronas o Ruedas, que se hizo célebre junto a las de brocados. Pero aquí la historia se tuerce, a causa de la expulsión o conversión forzada de los moriscos y a la decadencia de la España imperial.

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