Todo el mundo está pendiente de la invasión de Rusia en Ucrania, por lo injusta que es, y nos duelen los centenares de víctimas mortales y los miles de ucranianos que tienen que huir de sus hogares por temor a los bombardeos indiscriminados. El foco está puesto en una Ucrania que no recibe la ayuda que precisa por el simple hecho de no pertenecer a ninguna organización mundial, aunque sí se ha reaccionado más en el capítulo económico, con sanciones a Rusia, que en la sociedad del capitalismo es lo que más importa, en una muestra más de lo nefastos que son los líderes mundiales actuales.
Ucrania nos duele a todos y ahí están todas las muestras de solidaridad con envíos de víveres y medicamentos, pero el conflicto en este país es una de las 65 guerras activas que hay en la actualidad en el mundo, de las que 23 son grandes conflictos, 20 pequeños conflictos y 22 escaramuzas y enfrentamientos, repartidos por todos los continentes, con la curiosidad de que en Europa sólo hay uno, el de Ucrania. Las guerras no son cosas de este año, porque 2021 acabó con 66 conflictos activos, 2020 con 62, 2019 con 58 y 2018 con 55, por poner los ejemplos más cercanos.
Muchos personajes públicos han sido críticos con la guerra en Ucrania, afirmando que no se entiende un conflicto de estas características en pleno siglo XXI. Estoy de acuerdo, pero añado que lo que no se entiende es que haya 65 guerras activas en el mundo, la mayoría iniciadas hace muchos años, y que se siga mirando hacia otro lado porque, por desgracia, no hay intereses económicos que afecten a las grandes potencias. Nos debe doler Ucrania y su población, pero también la afectada por las decenas de conflictos que hay activos.