Legiones rápidas de guerra

Carles Grau Sivera (EFE)
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Decenas de jóvenes reciben clases militares exprés para poder sumarse a las tropas ucranianas que luchan contra la invasión rusa

Varios alumnos aprenden a disparar una AK-47 - Foto: EFE/ Miguel Gutiérrez

«No tengáis prisa, porque si tenéis prisa vais a cometer errores. Y si cometéis errores, vais a morir», afirma el instructor a un grupo de 50 jóvenes que antes de la guerra tenían una vida completamente normal. Ahora, portan uniforme militar, van armados y están aprendiendo a cómo combatir porque, en pocos días, se irán a reforzar uno de los frentes de Ucrania.

Tienen entre 18 y 29 años, algunos acababan de entrar a la universidad y otros la terminaron hace años, pero ahora se suben a un autobús a grito de «¡Gloria para Ucrania!», «¡Gloria para los héroes!» y «¡Putin es un desgraciado!», para asistir a unas clases diferentes.

En uno de los miles de colegios de la región de Kiev que permanecen cerrados por la invasión, estos alumnos toman asiento en el auditorio y, como si fuera una obra de teatro, observan con atención a su instructor: un veterano de guerra que les enseña a manejar una AK-47, a cómo tomar aire antes de disparar o a qué hacer al entrar en combate dentro de un edificio.

Cuando empezó la ofensiva rusa a finales de febrero, Bohdan dejó de disparar con su cámara y aprendió a hacerlo con su kaláshnikov. Este fotógrafo de 23 años fue uno de los primeros en unirse al batallón Revancha, una unidad de cientos de jóvenes que se alistaron voluntariamente para luchar y defender Ucrania.

A pesar de no tener formación militar previa, estuvo atrincherado en el frente de Kiev para evitar el avance de las tropas ocupantes hacia la capital, relata. «Un amigo estaba muy asustado porque no tenía casco, así que le di el mío y justo entonces sentí que una bala rozaba mi cabeza. Ahí entendí que podía morir en cualquier momento», cuenta.

Como Bohdan, centenares de jóvenes tuvieron apenas tiempo de prepararse -unas tres semanas de entrenamiento desde cero- para agarrar el rifle y descender a los infiernos de una guerra que ha segado ya miles de vidas.

Sin embargo, el batallón no solo está integrado por ucranianos: también participan muchachos de otros países vecinos, como Marta y Michael, dos polacos de 23 y 20 años que hace un mes dijeron a sus padres que les habían dado una beca para ir a trabajar en el extranjero. Jamás les contaron la verdad.

«Quiero ir al frente. Para eso estoy aquí», asevera ella. Michael ya ha tenido su primera experiencia en primera línea con tan solo tres semanas de entrenamiento y, ahora, está «más preparado» en táctica y en disparo con armas pesadas, por lo que está dispuesto a ir a reforzar el frente de Mariúpol.

Compromiso y pasión

Félix es el nombre en clave de un veterano de la guerra del Donbás que resultó herido en 2016 y tuvo que abandonar el frente. Ahora es el instructor de «miles de muchachos» que se han alistado voluntariamente para frenar el avance ruso.

Desde que empezó la guerra, adiestra a estos chicos que jamás habían agarrado un arma para enviarlos al frente en cuestión de semanas, algo que puede resultar «aterrador» para algunos, asegura.

Es consciente de que muchos de sus discípulos pueden perder la vida en esta cruenta guerra a causa de la poca formación que reciben, pero asegura que «esta gente está comprometida y tiene pasión».

«Y eso es lo más importante, porque no tenemos mucho tiempo», sentencia.

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