Javier D. Bazaga

NOTAS AL PIE

Javier D. Bazaga


Capaces de lo mejor, y de lo peor

08/04/2022

Esta semana hemos visto en el Congreso de los Diputados que los representantes públicos de este país son capaces de lo mejor, pero también de lo peor. Ya sé que me van a decir que el arco parlamentario, con 350 diputados, es muy amplio y variado. Cierto. Pero la imagen que ha dejado la Cámara Baja el pasado martes, con la intervención de Zelenski, y la que dejó ni siquiera 24 horas después, con referencias al führer Hitler para insultar a Pedro Sánchez, y a su lugarteniente Joseph Goebbels para insultar al ministro de la Presidencia Félix Bolaños, son de un contraste difícil de asumir. Incluso para una democracia que empieza normalizar el traspasar determinadas líneas rojas.    
Fíjense, acoger el discurso solemne –con petición de ayuda incluida– del presidente de Ucrania, atenazado y sometido a la barbarie de las ordas de Putin, supuso un gesto democrático cargado de solidaridad para con ese país vecino. Una muestra de que nuestras instituciones pueden ejercer ese simbolismo que las dota de argumentos para seguir funcionando, y seguir manteniendo sus funciones. Lamentablemente, la alusión de Zelenski al bombardeo de Guernica, que sirvió de excusa para hacer trending topic Paracuellos un rato después por parte del líder del tercer partido en el Congreso, y que salga después otra persona diciendo poco menos que todo es relativo, que ni los que bombardeaban Guernica eran tan malos, y que los bombardeados no eran tan inocentes, nos dejó a más de uno con la boca abierta.
Luego llegó este otro diputado de Vox, José María Snachez se llama, acusando a Sánchez de ser el nuevo führer y al ministro Félix Bolaños un «párvulo Goebbels», volvió a demostrar que llevábamos mucho tiempo con el foco puesto en la crisis energética, la inflación, la guerra en Ucrania, que se nos ha olvidado que tenemos un partido en las instituciones que no tiene pudor en cruzar todas esas líneas. Y seguirá ocupando espacio, la semana que viene en el Gobierno de Castilla y León, y en junio, probablemente, en Andalucía, aunque allí ya metían mano en determinadas políticas.
Y mientras esas palabras se pronunciaban en el interior del Hemiciclo, fuera, un grupo de supuestos científicos e investigadores derramaban pintura roja sobre las columnas y la escalinata de la puerta del Congreso, mancillando, como se decía antes, esa imagen y simbolismo que tiene el parlamento de este país.
Ayer se reunieron Pedro Sánchez y el nuevo y flamante líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, para conocer la distancia que existe entre ambos para alcanzar futuros pactos de Estado. Lo primero que deberían hacer es reflexionar, como partidos de Estado y hombres de Estado, sobre la deriva que está llevando este país, donde uno de los principales problemas ya no es la desafección de la ciudadanía hacia la política, sino el constante deterioro de las instituciones y la calidad democrática a la que nos vemos arrastrados con determinadas actitudes políticas. Nademos todos hacia la orilla, antes de que nos arrastre la marea.