«El pacto de la vergüenza», «Derecha y ultraderecha, como en el franquismo», «Fascismo bicéfalo», «Sálvese quien pueda»... Expresiones de esta índole han sido proferidas por políticos de todos los pelajes. Propongo tomarnos el acuerdo con más filosofía. Demos otra oportunidad a gobiernos de coalición a diestra o siniestra. Para que la coalición sea posible y duradera me permito dar unos consejos de abuela; suelen ser los más simples y revolucionarios. 
 Política con educación y profundidad. Quienes no tienen nada que decir es lógico que recurran a los insultos de moda (fascista, homófobo…). Quienes tienen un mínimo de cultura y educación es deseable que respondan con datos y preguntas. 
 Política trasparente, fundada en la mutua confianza y remedio de la corrupción. 
 Política basada en unos objetivos mínimos de cuya gestión habrá de responsabilizarse ante el electorado. Las competencias básicas de las CCAA son tan importantes como educación, sanidad y vivienda. A través de ellas habrán de demostrar sus ventajas comparativas sobre otras formas de hacer política que cifran el éxito en el número de leyes aprobadas, con independencia de su necesidad y resultados. 
 Política basada en el respeto de las líneas rojas marcadas por la Constitución. Vox habrá de respetar las instituciones europeas y autonómicas consagradas en la Constitución, y evitando discriminación por raza o sexo. Hará bien en comprometer al partido popular contra las proclamas de la ideología de género que inventa nuevos derechos en detrimento de los recogidos en el texto constitucional. 
Si estas máximas llegan a hacerse realidad, no me extrañaría que la coalición se consolidara bajo unas nuevas siglas: Vox-PoPuli. Si fracasan, mi plan B consistiría en una reforma electoral que introdujera el sistema de doble vuelta.