Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Mátame camión

29/03/2022

No, señora ministra, debajo de la piel de cada español molesto por la acuciante situación general que nos estrangula, no hay un ultraderechista. No es algo ni obligatorio, ni vinculante. Al menos de momento. El problema que nos acecha es que detrás de cada demócrata agotado de esperar el fin de sus problemas puede ir emergiendo un reaccionario en potencia que, hasta sea capaz de abrazarse al nefasto discurso facha, en busca de soluciones desesperadas. Este es uno de los grandes retos al que nos enfrentamos en estos instantes de zozobra general. Llegados al punto de no ver luz por ningún lado, la salida hacia delante que nos puede procurar el hacerlo saltar todo por los aires es una tentación demasiado cómoda y atractiva como para saber, y poder, rechazarla. Hasta el españolito de a pie, más convencido de sus ideas progresistas, siente cómo se tambalea su realidad al ver lineales de supermercado vacíos de productos de primerísima necesidad al más puro estilo bolivariano. No hay peor foto para un Gobierno, cualquiera fuere su ideología. También es natural que cualquiera se encienda al sentirse estafado al ir a echar gasolina o compra aceite para freír espárragos, o piense que le están robando, a mano armada, cada vez que le cobran el recibo de la luz y del gas. Y en esta distancia corta es donde todo puede cambiar la dirección de la opinión de cualquiera y, por ende, su voto. Y es aquí, en este preciso punto de reventón, donde los ultras esperan agazapados para sumar a todos esos que buscan una salida donde nadie es capaz de mostrársela, quizá porque no la hay. Por supuesto que tras cada camionero español no hay un fascista en ciernes. Válgame el disparate. Pero que tras el movimiento de colapso -a través de una huelga ilegal por no ofrecer servicios mínimos- que venimos sufriendo desde hace ya dos semanas, hay fuerzas oscuras que están alentando la revuelta y avivando un fuego en su propio beneficio, es algo evidente. Mátame camión. Cuesta mucho entender que el que no tiene para echarle energía a ese motor, que le ayuda a llevar el pan a la mesa de su familia, pueda malgastar su dinero en lujosas pancartas, banderolas a todo color y en conducir de vacío para llevar su protesta de excursión dominical. ¿Qué nos estamos perdiendo? ¿A quién interesa que esto no se solucione y que cada día haya unos cuantos miles más de descontentos? Sí, los lobos se relamen a pie de cuneta.

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