Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Carreras de caballos

14/10/2022

A Gabriel Albiac -filósofo, escritor y galardonado con los premios más prestigiosos-, dedicar menos de seis horas a una columna le parece indecente.  Si preguntas a Luz Sánchez-Mellado, cuando le califican de columnista, le invade el síndrome del impostor, algo muy común en este oficio, en el que los vanidosos desmedidos se mezclan con los que pocas veces se ven a la altura de las circunstancias. Y hablamos de un artículo de prensa. En el caso de una novela, las que hay que se escriben en un año o en dos y otras tardan en gestarse una vida. Lo ha contado en más de una ocasión Pérez-Reverte, un novelista que conjuga como nadie lo que imagina, lo que ha leído y lo que ha vivido.
Fernando Savater devora libros y ha vivido más de los 75 años que indica su DNI. Ha conseguido llevar la filosofía a la columna de prensa, al ensayo e incluso a la novela, donde un filósofo, por más que lo intente, no puede desprenderse de su condición. Atendiendo a una de sus grandes influencias, la de Friedrich Nietzsche, 'lo que no te mata, te hace más fuerte', y el paso de Savater por la cárcel durante el franquismo y su resistencia a ETA y a sus amenazas le han ido forjando una coraza ante la que cualquier contratiempo es bisutería barata.
Para la izquierda más radical, Savater es un fascista peligroso y para la derecha más rancia, un rojo comunista al que convendría quitar cualquier altavoz mediático, especialmente si es un periódico 'de los nuestros'. Lo terminarán consiguiendo. No hace ni un mes que defendió sin tapujos el indulto a José Antonio Griñán. Me costó leer el artículo cuatro o cinco veces para llegar a una conclusión a la que me han intentado llevar varios amigos del ex presidente andaluz, como Joaquín Leguina o Nicolás Redondo. No coincido con los argumentos, que vienen a tener un relato similar: Griñán es buena gente, no se ha enriquecido de forma particular y el deshonor político y personal es suficiente condena. Para alguien que mantuvo ese sistema por el que se fueron por el sumidero de las cloacas del PSOE cientos de millones de euros hay que, cuanto menos, exigir que se ejecute el castigo. Si Griñán no cumple condena, tantos otros por delitos menores denunciarán -y con razón- que la Justicia no es igual para todos. Hablamos de un fraude que el ex presidente de la Junta consintió y asumió para que un régimen clientelar siguiera funcionando en la comunidad más poblada de España. Yo tampoco soy juez, pero para eso se ha dictado sentencia, confirmada por dos órganos de rango respetable.
Pero todos aquellos que asumieron sus tesis con especial entusiasmo, no tardaron una semana en echársele a la yugular. Meloni acababa de ganar las elecciones en Italia y aquí en España algunos andaban barruntando el fin del mundo. Savater cometió el pecado de establecer una comparativa con nuestro país. «En el Gobierno de España hemos tenido y tenemos ministros de ideología comunista, es decir, tan totalitaria como la otra, y el país sale adelante peor que mejor». Y a partir de ahí la caterva de odiadores se le tiró encima. Los mismos que le lanzaban piropos por la defensa de Griñán, tornaron pronto en tildarle de nazi. Incluso desde dentro del medio en el que escribe -por ahora- se pudieron leer acusaciones gruesas. En esas, el filósofo decidió tirar de genialidad y hablar de las carreras de caballos.
No sé el tiempo que emplea en escribir sus columnas. Algunos ni con un día entero llegaríamos a ese nivel de profundidad. Lo que hay que pedir al filósofo es que nos siga contando lo que le plazca con la misma elegancia. Lo hizo en momentos de mayor censura, no lo va a hacer ahora. Aunque los hay que se esfuercen en volver a tiempos pasados aprovechándose de las lagunas de una democracia imperfecta.

«Para la izquierda radical, Savater es un fascista peligroso y, para la derecha rancia, un rojo comunista»