Editorial

El cambio climático agudiza la crisis de nuestro comercio

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Vivimos una temporada complicada, primero llegó una pandemia que abrió una crisis cuando acabábamos de salir de la anterior. El mundo paró, se confinó y eso llevo a la ruina a numerosos negocios que, o terminaron cerrando, o quedaron tan tocados que tratan de no ahogarse.

Cuando el coronavirus nos dejó respirar apareció la guerra de Ucrania. El movimiento de Rusia hizo que el mundo volviera a temblar y en ello estamos todavía, con una inflación inasumible para los ciudadanos de a pie, sobre todo en lo que se refiere a los precios de la energía, que ha vuelto a dar un rejonazo a los negocios que han visto triplicadas sus facturas de luz o gas, o han visto cómo sus gastos en combustible hacen inviable las empresas que necesitan del transporte.

Y si esto fuera poco, el cambio climático es otro factor a sumar para agravar una crisis que va nos está dejando muy tocados. Cuando uno oye hablar de este tema en lo primero que piensa es en el campo. Y es verdad que es el principal afectado por esta sequía o las temperaturas inusualmente altas que tenemos, pero también hay negocios a los que el buen tiempo les ha hecho las pascuas.

Se trata de las tiendas de ropa, que están viendo como la temporada de invierno no llega y las estanterías siguen llenas de prendas de abrigo que  no están teniendo salida. Y es que, entre que los bolsillos andan medio vacíos y que no hace frío como para necesitar comprar prendas de esta temporada, algunos negocios de la capital ya hablan de una caída en las ventas del 20%.

Esto va a obligar a los comerciantes a esforzarse mucho en las campañas como el Black Friday o las rebajas de enero, pero sabiendo que sus márgenes se van a ver reducidos considerablemente  mientras ven cómo los gastos aumentan cada día. Vamos, que la situación pinta bastante mal para el pequeño comercio.

Dice el refrán que el hambre agudiza el ingenio y ante la falta de liquidez, los españoles estamos apostando cada vez más por comprar ropa de segunda mano, algo impensable hace unos años y que ahora es una moda que  también va a perjudicar a otro sector, el del reciclaje de ropa que utilizan entidades como Cáritas para conseguir prendas y destinarlas a las personas más necesitadas.

En cualquier caso, el problema no solo lo provoca este cambio climático que nos hace ir en mangas de camisa en noviembre, quizá eso nos esté salvando de tener que encender la calefacción, sino a la mala gestión de los que nos gobiernan y que no está convirtiendo en una sociedad cada vez más empobrecida y, seguramente, cada vez más hastiada.