Molina se 'cenó' Las Ventas

Pedro Belmonte
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El novillero albacetense se proclamó vencedor del certamen de novilladas nocturnas de Madrid, tras cortar una oreja y dar una vuelta al ruedo tras fuerte petición

Triunfal vuelta al ruedo del albacetense. - Foto: P.B.

El buen momento por el que atraviesa José Fernando Molina, pudo de nuevo corroborarse la noche del jueves en la Plaza de Toros de Las Ventas en esa final del certamen taurino "Cénate Las Ventas", donde llegó tras una más que notable actuación el pasado día 14 de julio, donde destacó con un lote imposible del hierro de Vistalegre, pero que definió muy bien el concepto del albacetense, y sus intenciones.

Pues de esta forma se presentó el jueves en Madrid y fue el triunfador claro, de la noche y del certamen, cuyo veredicto fue enunciado por la megafonía de la plaza, nada más arrastrarse el sexto novillo, de un encierro con el hierro de Fuente Ymnbro, con mucho interés, sobresaliendo el primero del lote de Molina, un animal, que embistió con prontitud y alegría, aprovechando al máximo las características del animal. Ya de salida le realizó un quite por tafalleras, comenzando por un pase cambiado en los medios, dándole a continuación distancia, llevando muy toreado al novillo, templado y ligando las series en corto espacio, aprovechando el recorrido del utrero, y presentándole una muleta muy mandona y firme, con dos series al natural muy rotundas, llevando al novillo hasta el final atrás. Faena de mucho peso y con gran transmisión, con el riesgo añadido de que el ruedo estaba encharcado tras la tromba de agua que cayó durante la lidia del primer novillo. La espada se quedó a medio entrar, aunque esa media estocada estuvo arriba y fue suficiente, cortando una oreja de mucho peso.

El quinto novillo tuvo otro cantar y también replicó al quite del turno de su compañero por gaoneras, aunque antes pudimos ver un soberbio segundo puyazo a cargo de Daniel López, con el novillo puesto de largo, tirando la vara adelante y llegando al peto con las cuerdas ya metidas, puyazo que fue ovacionado por los aficionados que cubrieron en casi ocho millares los asientos de Las Ventas. Llegó parado a la muleta y Molina se empleó en un toreo de mucha verdad, exponiendo y aguantando, para poder cuajarle pasajes de uno en uno, siempre templado y haciendo despacio las cosas. Los finales fueron de valor absoluto, jugándose el pellejo, y sin aspavientos, sereno, frío, muy torero, rematando con una buena estocada y aunque la petición fue igual de fuerte que en su primer novillo, el presidente no consideró oportuno que volviese a abrir la puerta grande, dando una gran vuelta al ruedo, con el berrinche de ese pequeño grupo de asistentes a Las Ventas, que no aficionados, enfadados con el mundo entero.

Abrió plaza el sevillano Calerito, quien estuvo a buen nivel con el primero de la noche, un animal que se movió y al que cuajó pasajes de mucho interés, pero el aguacero que cayó y la gente huyendo hacia las gradas cubiertas, quedó su premio a un discreto silencio, sin duda inferior a sus méritos y calidad de la faena. Con el cuarto, al que costó picar por la intransigencia de tener que dejarlo de largo y que fue brindado al maestro Ortega Cano, su actuación sobresalió por encima de las condiciones del utrero, probón, irregular en la embestida, sin demasiado "fuste", pero que Calerito supo aprovechar las pocas condiciones. La espada se le atascó y también se silenció la labor.

El NIño de Las Monjas, tuvo una entonada noche en Madrid, con su primer enemigo, al que cuajó por el pitón derecho, el mejor del animal, pero que no llegó a conectar con el tendido por las condiciones del Fuente Ymbro. Lo mató de una estocada y recogió una ovación cerrada. El que cerró la noche tuvo similar condición en cuanto a la falta de continuidad en la embestida, pero pudo extraerle muletazos de buen trazo y corte por los dos pitones, a base de tesón y técnica. La espada desbarató una faena de mucho asiento, terminando la noche con otro silencio.