Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


¡Que somos buena gente, leches!

17/06/2022

En mi reencarnación como maleta, salgo a ciudad por día, estoy llevándome algunas alegrías. La más importante es que la gente. Los españoles no somos como esos especímenes que salen en los programas basura que son ya un porcentaje que alcanza la mayoría absoluta en según qué canales, y que se supone son espejos de nuestra sociedad, sino mucho más dignos, más buenos y más normales. Esto de normales ya saben que está muy en desuso, y mal visto incluso, porque el mamarrachismo y el trastorno no solo se exhiben, sino que imponen sus parámetros y dislates a todos y en todo. Pero yo creo y cada vez más firmemente que a pesar de todo, las gentes de pie y del común los siguen teniendo en la tierra y por más que les empujen en contra intentan aplicar el sentido común, aunque intenten que sea el menos común de los sentidos.
Es lo que estoy captando con satisfactoria sorpresa en este viajar por España, con mi 'Tierra Vieja' bajo el brazo. Lo estoy haciendo, siempre que puedo, en el bendito tren, ese transporte que hace medio siglo se dada por vetusto, obsoleto y como de pobres y hoy es el futuro que anhelan quienes no lo tienen en modo y forma adecuado. Que no tienen alta velocidad, vamos, que es la línea que mide bienestar, futuro y progreso. Y lo que les digo es que nuestro pueblo tiene muchos defectos, que no nos son ajenos a nadie, pero que sigue manteniendo un pulso cercano, abierto y de mano tendida a quien ven en un apuro o simplemente al conectar por cualquier causa o cosa y que espero no perdamos nunca.
Hay que merecérselo un poco, claro. No mucho, pero un halago. Yo diría que basta con no ir de sobrado y de borde que entonces lo que te estará bien empleado es que te manden al guano, que es mierda de pájaro. Pero si con normalidad, vuelvo a la buena palabra, se piden las cosas y con sencillez se transita por la vida, lo que te encuentras generalmente son sonrisas y ayuda en todos esos pequeños percances que pueden sucederte cuando sales de tu círculo habitual, tu zona de confort que se dice ahora.
Lo más impactante es, desde luego, la capacidad nuestra de relacionarnos con desconocidos y crear un mínimo y esencial vinculo de cercanía. No los volverás, muy posiblemente o sí si ¿quién sabe? a ver en tu vida, pero por un rato se ha compartido algo y habéis sido amigos. Y eso, es algo profundamente hispano y llevado como marca hasta el último confín.
Otro asunto también a valorar es que al margen de que los diferentes territorios tengan y marcados esos diferentes aires de familia, de acento, de carácter o de relación, es que los españoles nos parecemos muchos y, algo más, nos gusta, aunque aquí hay algunos que hacen lo posible por molestar, el constatar, comprobar y paladear, eso lo que más, esas diferencias y esos matices. Pongamos por caso que hable de comer y de beber. Como lo propio claro está no hay nada mejor, pero oye lo de aquí o lo de allá pero que rico está.
Sé, no crean que no, que todo esto sonará muy optimista y que no se compadece con lo que en muchas ocasiones se sufre o vemos que se ha enquistado como mal endémico ya. Pero, déjenme, aunque solo sea por una vez que me quede y trasmita esa impresión y que les traslade algo que no debemos nunca olvidar. Que, aunque haya no pocos que nos quieren romper el cántaro, ¡somos buena gente, leches!

 

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