Andrés Iniesta llevó al éxtasis a Fuentealbilla. Así titulaba La Tribuna de Albacete su crónica sobre el ambiente vivido en la localidad natal del futbolista en la noche en que la selección española se proclamó campeona del mundo merced a un gol de su paisano.
Ese 11 de julio fue un día de nervios y muchos preparativos de fiesta: comida y bebida debían estar listas ya que nadie quería estar ocupado mientras España y Holanda pugnaban por alzar la Copa del Mundo. El transcurso de la final elevó la inquietud a niveles máximos hasta que el gol de Iniesta motivó una inolvidable expresión de felicidad colectiva, seguida pronto del alivio del pitido del árbitro y una larga madrugada de celebraciones.
Con una especial intensidad se vivió el encuentro en un abarrotado Bar Luján, el que fuera negocio de los abuelos maternos del jugador local y luego sede de la Peña Barcelonista Andrés Iniesta. Todas las emociones allí vividas «quedaron empequeñecidas por los minutos de catarsis colectiva que se vivieron tras el gol que decantó la final», tal y como recogía la información de este diario. «Abrazos, lágrimas, cánticos...así se liberó la tensión acumulada durante más de dos horas en un lugar que va a convertirse en destino de peregrinación», añadía.
De una forma similar lo recuerda Gabriel García, presidente entonces de la peña a la que da nombre Iniesta. «Fue una auténtica locura, con el bar completamente repleto y, cuando marcó Andrés, se pasó al delirio», explica, lamentando también que ese día «no pudimos atender a todo el mundo». En cualquier caso, esa era una tarea casi imposible ya que a la peña acudieron más de 100 personas, con numerosos aficionados de la comarca y presencia también de varios medios de comunicación.
Ángel Salmerón, alcalde de Fuentealbilla, también disfruta hablando de aquellos días, que fueron primero de expectación y luego de alegría desbordada. Ya existía el precedente del triunfo en la Eurocopa 2008, pero esa vez el ambiente era aún más intenso, según el regidor, que recuerda ver su pueblo «con banderas en todos los balcones, más que ninguna otra vez».
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