Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


El signo de la victoria

13/12/2022

Salgo con mi familia a pasear el sábado, por la tarde albaceteña, con el buen sabor de boca que me dejó la victoria de Marruecos sobre los lusos y su consiguiente paso a semifinales. Llegando al centro escuchamos gritos, claxonazos y ruido de petardos. Se trata de marroquís celebrando su éxito vespertino a bordo de coches y concentrados en las inmediaciones de la plaza de Villacerrada. Los observamos con sana envidia; a mis hijas les llama la atención verlos enarbolar sus banderas con la estrella verde sobre rojo y cantando cosas que no entendemos, pero que, por un instante, nos contagian su ocasional felicidad. Mientras los disfrutamos en su alegría, junto al coche de la policía nacional que los controla hay dos magrebís que les increpan tibiamente. Uno de ellos me dice que en vez de festejar dicho triunfo deberían de protestar contra los que los matan de hambre en su país, obligándolos a saltar vallas llenas de muerte para buscar un futuro mejor. Asiento, pero con la certeza de que este buen rato quizá les alivie de esa realidad, que lo es, a la que alude su compatriota. Miro alrededor y compruebo que la mayoría de los ciudadanos, que se cruzan con el ruidoso festejo de los de Morocco, no tuercen el gesto por ello. A todos nos parece bien que celebren su gesta futbolera, por nuestras calles, sin demasiada molestia para nadie. De hecho, le aporta un toque exótico a una tarde prenavideña ideal para ser paseada. Me quedo con la buena impresión de comprobar que en nuestra ciudad la diversidad no supone un problema para la mayoría. Debemos de felicitarnos por ello. Cuando regreso a casa, por la Avenida de España nos sorprende de nuevo la festiva caravana en la que se regocijan por la ciudad los seguidores de los «Leones del Atlas». Al pasar cerca nuestro, empatizo con ellos y les hago el signo de victoria. Parecen sorprendidos y me agradecen el gesto. Eso sí, con tanto alborozo como extrañeza. Vemos en sus ojos un brillo especial, el de la ilusión. Por un momento temo ser el único que ha querido sumarse a su dicha. Seguro que, cuando ganen la final, serán algunos más. ¡Felicidades y a por los gabachos!